viernes, 21 de agosto de 2015

La felicidad como energía sostenible

No importan los años de tu vida; importa la vida de tus años
(Anónimo. Creo.)


Para mí, el éxito es disfrutar saludablemente de tu vida, haciendo lo que te dé la gana lo mejor que sepas, con pasión y convicción, en la certeza de que todo lo bueno que esperas llega (salgas o no en las páginas económicas y de sociedad de prensas verdes o amarillas), incluidos los millones y la buena salud si estas cosas están entre tus objetivos "de corazón" (muchas veces creemos que queremos algo pero no es así; lo que deseamos es la sensación que creemos que todo eso nos proporcionaría).

Fotografía de Rober Garrido Vázquez
Aclarado esto, seguimos a lo nuestro: la felicidad, ah ah ah ah. Que te recuerdo no es un destino definitivo donde te quedas a vivir un día determinado sino un objetivo y, a la vez, el camino de por vida que has decidido seguir para llegar al objetivo. Juas.


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La energía sostenible es aquella capaz de satisfacer las necesidades presentes de nuestra sociedad sin comprometer los recursos y capacidades de las futuras generaciones. Esta energía está compuesta (otra vez la ecuación) de varias energías limpias alternativas como son la energía solar, térmica, hidroeléctrica, solar fotovoltaica, eólica, geotérmica, bioenergía, energía de fusión y otras más que no sé pronunciar).

Para llegar a una economía sostenible -energéticamente hablando- no tenemos más remedio que seguir un camino sensato: una reducción real del consumo de energía manteniendo los mismos servicios energéticos que ya tenemos,  y en el que la calidad de vida ha de ser la misma o mayor de la que ya disfrutamos. La contaminación debe reducirse así como el precio que pagamos por la energía que utilizamos, y la vida de los recursos disponibles ha de alargarse reduciendo, en el camino, el conflicto que todo este lío pudiera provocar. Complicado, pero posible.

Como particulares, podemos empujar el avance hacia ese objetivo utilizando las técnicas de eficiencia energética que están en nuestra mano (y Dios quiera que los gobiernos hagan su parte, amén), técnicas que deberían ser integradas en la sociedad la cual, de ningún modo, debería sufrir declives no razonables de los recursos o estabilidad social ni permitir daños significativos a los sistemas naturales. O sea, todo lo que todavía no estamos haciendo (aunque ya lo vemos como algo muy romántico, y eso es un paso :-D). 

Muchos hemos empezado a, por ejemplo, ahorrar en electricidad en casa y en la oficina porque nos parece un escándalo el incremento salvaje (más del 40%) que ha sufrido nuestra factura en los últimos años (justo ahora que nos viene refatal por la crisis... Sigue todo conectado). Tenemos al alcance de la mano información y consejos para que podamos reducir esa factura, por ejemplo, tomando medidas caseras de ahorro muy efectivas (utilizar bombillas de bajo consumo y reguladores de intensidad de luz en lugar de las bombillas incandescentes y los interruptores normalitos de toda la vida; apagar las luces en las habitaciones vacías; configurar nuestros televisores y ordenadores con la opción de bajo consumo; elegir electrodomésticos etiquetados como energía AAA o por lo menos A+, que son los más eficientes gastando menos; cambiando nuestra tarifa eléctrica ordinaria por una nocturna, etc.). 

Para mejorar nuestra calidad de vida y la vida de nuestro planeta (que supongo está pensando seriamente en divorciarse de nosotros y entonces ya nada estaría conectado) podemos dar unos cuantos y no tan complicados pasos, casi todos gratis y todos ellos beneficiosos. Se trata, sencillamente, de prestar atención y cambiar algunos de nuestros hábitos (no es tan terrible poner el lavaplatos a las once de la noche o la calefacción a 20-21 grados en vez de a 40, lo juro). 

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La felicidad es otra energía sostenible capaz de satisfacer nuestras más básicas necesidades y cumplir nuestras más locas expectativas en cuanto a tener una buena vida. Además, es una energía muy agradecida pues nos sostiene en un punto perfecto de salud, contento y actitud sensata (no sé por qué los pesimistas se han apropiado la idea de ser los únicos realistas del planeta). ¿Por qué va a ser más verdad una catástrofe (un divorcio, una pérdida de trabajo, que tu caballo se rompa una pata) que un cambio? El divorcio puede significar tu libertad o que encuentres a un ovejero sueco; una pérdida de trabajo puede significar la oportunidad de hacer lo que siempre quisiste hacer, y que tu caballo se rompa una pata puede significar que no tengas que ir a la guerra porque exigen que vayas con caballo y sin él no vales para luchar :-D. Todo depende del punto de vista, en realidad. 

Una actitud negativa es también energía, sin duda, pero de la que merma tus recursos y los malgasta: se los come sin renovarlos, te mantiene en vilo sin necesidad real de ello, perjudica la salud (el estrés agudo provoca un sinnúmero de siniestros personales y laborales), te hace criticón y te pone a la defensiva sin haber sufrido ataque alguno, siempre piensas que alguien te debe algo (normalmente, el mundo entero) y, con ello, te sientes indefenso, frustrado y de mala hostia. Es muy difícil vivir feliz pensando que el mundo está equivocado, y saber que no va a adoptar tu sensato punto de vista puede provocar mucha frustración y desencanto en la especie elegida.

La mala noticia es que el mundo es como es y seguirá girando contigo o sin ti, te guste o no esta espeluznante e insensata idea. 

La sostenibilidad de tu alegría, como la de cualquier otra energía, pasa también por elegir un camino sensato; hacer algunos cambios en tus rutinas y adquirir nuevos hábitos (los que te convengan y convenzan). Pongo aquí una lista de algunas propuestas -unas propias y otras ajenas- que te servirán al menos para encontrar las tuyas, al estilo de: "Uy, pues a mi no me gusta nada bailar, prefiero hornear pan"... 
  • Pasear media hora sola por la playa o por tu barrio prestando atención a lo que ves (te sorprenderá lo que hay) 
  • Ducharte a oscuras (experiencia inenarrable; no lo hagas si tienes bañera de esas que escurren) 
  • Escribir sobre cinco vidas distintas que escogerías si te dieran a elegir (con todo detalle) 
  • Observar a la gente e inventarte la historia de sus vidas (esta es buenísima) 
  • Andar descalza por la playa 
  • Bailar a solas música loca 
  • Apuntar durante un mes -cada día- todo lo que has hecho bien (crea adicción) 
  • Cantar cuando no te oye nadie (o a salvo con seres de tu total confianza, que suelen cantar igual de mal que tú). Con micrófono :-D (espero cada año con ansia la Nochevieja por el karaoke familiar) 
  • Comer chocolate sin culpa (máximo una tableta; recuerda que luego eso se posa elegantemente en tus caderas) 
  • Leer (si te gusta) un día entero sin parar, tumbada en el sofá (en invierno, tapada con tu manta favorita) 
  • Cocinar (si te gusta) un plato difícil; puede que te salga bien, ¡qué intriga! 
  • Poner en orden (¡por fin!) tu álbum de fotos 
  • Una clase de italiano en el ordenador con Duolingo (aplicación de Google) pronunciando las palabras que te enseñan en voz alta (esta es genial) 
  • Un baño de espuma y aceite (aunque sea de oliva) 
  • Una charla con un/a buen amigo/a ante los restos de un buen postre 
  • Aprender algo nuevo (interesante, claro) 
  • Evocar momentos divertidos o felices (mientras colocas las fotos, por ejemplo) 
  • Leer con tus hijos Manolito Gafotas en voz alta (la risa está garantizada) 
  • Pescar salmón en Yemen y luego soltar el pez (sin ahumarlo). 
  • Haz acto de presencia - escucha - procura reír.
Y hay muchas más, pero aquí no caben.

La idea es que, quizás por comparación, se te ocurran otras técnicas particulares. Deja el ordenador y haz tu lista ahora. Luego, deja la lista y empieza a probar.

¡Feliz viernes!

Recordatorio del día: La mejor manera de vengarte de tu enemigo es vivir la mar de bien.

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