domingo, 18 de enero de 2015

Empezar de cero

Cuando tengamos resuelta la Teoría de Todo conoceremos la mente de Dios
Stephen Hawking


Veinte años después del revolucionario trabajo de Einstein acerca de la relatividad, el físico Niels Bohr y su protegé Werner Heisenberg dieron con otro estrafalario descubrimiento: el pensamiento afecta la materia. Definitivamente, la física clásica y elegantísima de Newton quedaba fuera de onda.

Borh y Heisenberg estudiaban las partículas subatómicas denominadas quantum (el verdadero corazón del átomo) y su comportamiento, en apariencia desconcertante, cuando se percataron de que estas partículas indivisibles no eran el pequeño y ordenado sistema de bolas de billar que todo el mundo creía sino que eran algo mucho más complicado (o simple, según se mire): estas partículas eran pequeños paquetes de posibilidad. Descubrieron, en resumen, que cada partícula subatómica, cada quantum, parecía existir no como algo sólido y estable sino como el potencial de cualquiera de sus infinitas y variadas posibilidades.

El Principio de Incertidumbre de Heisenberg estableció que no es posible calcular todas las propiedades del quantum al mismo tiempo. Por ejemplo, si registras la información acerca de dónde está un protón no puedes establecer su velocidad o trayectoria; si aciertas en el cálculo de su trayectoria, su localización exacta se te escapa. Así que, en resumen, Bohr y Heisenberg descubrieron que, ¡oh, sorpresa!, la materia física no es nada concreto todavía.


Así pues, a la luz de este nuevo punto de vista científico, resultó que la realidad estaba hecha de campos de potencialidad en lugar de sustancia sólida como se creía hasta entonces; era más una serie de bocetos o ideas sobre algo que ese algo en sí. Una partícula toma el carácter específico de una "cosa" material únicamente cuando es observada o medida. Y éste fue el verdadero meollo de este descubrimiento: que el hecho de observarlas influencia el comportamiento de la partícula. Cada vez que los científicos buscaban un electrón, éste aparecía justo donde se esperaba encontrarlo. Y no importaba si la observación o búsqueda era llevada a cabo por un científico o por un taxista; el electrón aparecía... Vaya, de repente la subjetividad se había convertido en un componente esencial en la mismísima naturaleza de la realidad.


Y la cosa no quedó ahí. La comunidad científica prosiguió con sus indagaciones a estas escalas subatómicas para encontrarse algo más adelante con que se enfrentaban a algo realmente confuso: a escalas infinitesimales existía una fuerza no se sabía de qué tipo que permanecía presente incluso a la temperatura de cero absoluto. (Por si no os impresiona lo bastante, aclaro que la temperatura de cero absoluto no es la temperatura ideal ni frío ni calor sino que es la temperatura a la que toda forma de energía conocida se esfuma.)

Así que haciendo gala de la increíble creatividad imaginativa científica llamaron a eso el campo de punto cero :-D (oficialmente, ZPF, zero-point field). En castellano también lo llaman el campo de punto nulo.

Aquí, más allá del nivel de la propia energía, existe un nivel aún más básico. A este nivel, el campo ya no sigue siendo exactamente "energía" y tampoco es un espacio vacío. Los físicos lo describieron como mejor pudieron: un campo de información. En resumen: el indiferenciado océano del que toda energía conocida parece provenir es un mar de conciencia pura del que la materia emerge apiñándose aquí y allá. Resultó que la conciencia es de lo que está hecho el universo, y que la materia y la energía son solo dos de las formas que toma la conciencia. Así, pues, resulta que de ese campo cero es de donde sale todo, pero solo saldrá lo que observemos (¿dándolo por hecho?). De ahí han salido las pirámides de Egipto, la torre Eiffel, el Empire State, el Acueducto de Segovia, el trabajo de tu vida, la casa de tus sueños, el medicamento que está curando tu artritis, la idea de tu nueva novela o pieza musical, tu pastel de limón sin gluten o el hombre de tu vida... ¿Está todo conectado? ¿Es el campo cero la mente de Dios?

Anda que si está ahí debajo todo lo que soñamos
esperando a que lo saquemos...
¿Nos está diciendo Heisenberg con su incertidumbre que tenemos acceso a ese campo cero, a ese océano de pensamiento activo y creativo que no es solo una fantasía científica, teórica e incomprobable? ¿Y si fuera verdad? ¿Y si desde ahí, desde esa incertidumbe, pudiéramos crear la vida que queremos, observándola? ¿Y si estamos utilizando el campo cero sin saberlo? Porque quizás también de ahí sale tu alegría y tu impotencia, y podrías elegir con cuál de las dos posibilidades te quedas... ¿Es el campo cero la mente de Dios... a nuestra disposición?

La física cuántica ha cambiado profundamente la perspectiva de la física clásica y está cambiando, también, nuestro concepto y visión de nosotros mismos y del mundo. Hace solo unos siglos pensábamos que la Tierra era plana, ¿no? Y ese pensamiento resultó ser un disparate.

Me encanta la idea de imaginar un campo cero (tenga el aspecto que tenga, me lo pienso inventar a mi gusto) y sacar de ahí, uno a uno, todos los asuntos y cosas que quiero ver en mi realidad física. Voy a probar.

Empezaré de cero; aprovechando que el año también está empezando me parece un buen simbolismo. A pesar de que todo esto parece difícil de aceptar, como en su día pareció todo lo que predicaba Galileo, voy a probar.

Anda que si resulta que el campo cero me vale también para ser más feliz...







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