sábado, 31 de enero de 2015

Decir sí o negarnos...

Un átomo puede cuidar de sí mismo pero los átomos son un poco como animales domésticos; uniéndose a la familia biológica del cuerpo, de alguna manera se convierten en gatos y perros amigables bajo el dominio de su amo, y acaban copiando las características
y los comportamientos de su dueño.

Jane Roberts, La naturaleza de la realidad personal


Muchos de nosotros no tenemos empacho en decir sí a los demás, sea lo que sea que nos pidan o esperen de nosotros. Pero a la hora de decirnos sí a nosotros mismos y a la vida que llevamos, afirmando así nuestra propia individualidad como personas únicas, es otro cantar. A pesar de que esta afirmación de nosotros mismos es uno de nuestros puntos más fuertes, pues con ella declaramos que nuestra vida es nuestra sea como sea que decidamos cada uno vivirla.

Por supuesto que es apropiado y conveniente decir no a ciertas experiencias, personas, temas y sucesos que nos causan profundo disgusto. Afirmar nuestra propia vida no es una aceptación pasiva de todo lo que se cruce en nuestro camino, ni mucho menos. Tampoco significa que nos crucemos de brazos pensando que no podemos hacer nada al respecto, que todo está en manos del destino (o de Dios, o del Universo, o de lo que sea que nos libere de nuestra responsabilidad hacia nosotros mismos) y que lo que tenga que ser, será.

Dice Jane Roberts que la afirmación de nosotros mismos debe basarse en la comprensión de que ninguna otra conciencia, ningún otro ser, es igual a nosotros; que nuestras aptitudes son únicas y diferentes de las de cualquier otro; ni mejores ni peores, sino las nuestras. Es la aceptación de nuestra individualidad como personas físicas, básicamente una necesidad espiritual, psicológica y biológica y que representa nuestra apreciación de la propia y singular integridad de cada uno.

Biológicamente, afirmación significa salud y eso a veces significa decir sí y otras significa decir no.

Hay gente, mucha, que aún cree que la carne es lo contrario a la espiritualidad y que, de alguna manera, por tener cuerpo debemos pagar penitencias cada X tiempo por algún pecado original que, aún siendo nuestro por especie, nunca cometimos personalmente y que, de mil maneras distintas, nos hace sentir culpables y separados, no solo de los otros sino también de nosotros mismos. Pero todo está conectado aunque nos empeñemos en lo contrario.

Como ya ha demostrado la ciencia, cada célula, cada átomo de nuestro ser físico tiene su propio nivel de conciencia individual y colectiva (como nosotros pero sin culpa) y tiende, por defecto, al bienestar... si los dejamos. Afirmando la rectitud de nuestro cuerpo ayudamos a las células y los órganos del mismo y, así, el cuerpo los tratará amablemente.

Pero ¿cómo hacer algo tan misterioso y tan difícil si ni siquiera somos conscientes de cuando un arrebato de ira o un ataque de pánico se nos va de las manos ante un suceso del que diez días después nos reímos o arrepentimos? Parece algo imposible además de alienígena. Un auténtico reto

Y hoy lo dejo aquí porque me acabo de rebanar un dedo cortando jengibre y no para de sangrar. Confiaré en la tendencia natural de mi cuerpo y sus más menudos componentes y no iré corriendo a Urgencias; me da más miedo que me cosan que cortarme.

Mientras me aprieto --y mantengo por encima de mi cabeza-- la yema de mi índice izquierdo reflexionaré sobre este asunto un poco más. Me resulta aún misterioso y chocante el estar tan directa e íntimamente relacionada con cada componente de mi body en lugar de con el "todo" al que siempre le quiero rebanar un par de kilos...

¡Feliz y saludable semana!


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