domingo, 29 de junio de 2014

Dos cosas que la gente feliz no hace nunca

La felicidad no es algo que puedas posponer para un futuro, es algo que has de diseñar y disfrutar en el presente, cada día.

La gente feliz pasa tiempo, de forma consciente hasta que se vuelve automático, haciendo un montón de cosas que aumentan aún más esa felicidad. Cosas como cuidarse, alimentar sus relaciones importantes, practicar la amabilidad, cultivar el optimisto, expresar gratitud, comprometerse con sus propios objetivos,, saborear los pequeños placeres de la vida...

Y nunca hacen cosas que menoscaban esa felicidad, y por ello NUNCA:
SE OCUPAN de los asuntos de otros. Tenemos que olvidarnos de lo que otros andan haciendo o diciendo. Hay que dejar de mirar y sopesar dónde están situados los demás y qué tienen. Nadie lo está haciendo mejor que nosotros porque nadie puede hacerlo mejor que nosotros. Tú estás recorriendo tu propio camino, y yo el mío. Muchas veces, la razón por la que nos sentimos inseguros es porque comparamos nuestra situación privada con la imagen que dan los otros públicamente. Escuchamos el ruido exterior en lugar de nuestra propia voz, así que dejar de compararte! Ignora las distracciones; escucha tu propia voz interior (todos tenemos una, lo juro). Ocúpate de tus propios asuntos. 

Mantén tus deseos más queridos y tus objetivos más grandes cerca de tu corazón y dedícales tiempo cada día. No tengas miedo de andar solo, y no te asustes si lo disfrutas. No dejes que la ignorancia, amor por el drama o la negatividad de cualquier otro te impidan ser la mejor y más feliz versión de ti mismo cada día. Haz en todo momento lo que tú sabes de corazón que es lo correcto y adecuado para TI. Porque cuando nos enfocamos en un trabajo significativo para nosotros y estamos en línea con nosotros mismos, nada ni nadie puede hacerte temblar o asustarte. 

Y cuando digo trabajo significativo me estoy refiriendo a cualquier actividad, mental física o espiritual, que te sirva de apoyo, alegría, te de seguridad y acabe por convencerte no solo de que tus sueños son posibles sino de que mereces que se te cumplan. No dejes que otro estropee eso. ¿No buscamos el tener control sobre nuestra vida como posesos? Pues esa es la única manera: controlándola nosotros, no dejando que la opinión de cualquier otro te haga vacilar (incluídos cónyuges egoístas, padres exigentes, hijos adolescentes, jefes impacientes o gatos malhumorados). Está muy bien pedir opinión si deseas tener otro punto de vista sobre algo concrto, pero no tienes obligación de seguirla solo por haberla pedido.

BUSCAR LA APROBACIÓN DE LOS DEMÁS y tu validación a través de ellos es un trabajo de amor perdido. Nunca conseguirás que el resto del mundo, todos a una, piense que eres la octava maravilla ni el no va más. Cada uno tiene sus propósitos, por fortuna, y los tuyos les importan cero, también por fortuna. Otros lo han intentado, incluso han muerto intentándolo. Sin resultado.

Cuando tú estás contento siendo simplemente tú mismo, sin comparaciones ni competiciones con otros para impresionarlos o impresionarte a ti mismo, todo el mundo te respeta. Y más importante aún: te respetas tú mismo que, al fin y al cabo, es lo que importa.

¿De qué forma dejas que los otros te definan? ¿Que harías de forma diferente si supieras que nadie te juzgaría nunca, bajo ninguna circunstancia ni apariencia?

La realidad es que nadie tiene el derecho a juzgarte. La gente puede oír tus historias, puede pensar lo que quiera, tener las fantasías que prefieran respecto a ti, pero ni están en tu cabeza ni en tu corazón, así que no tienen todos los datos para opinar. No dejes que lo hagan, no dejes que lo que ellos crean de ti sea tu verdad porque no lo es bajo ninguna circunstancia. Sólo tu sabes lo que hay dentro de verdad, solo tú conoces tus sueños y los motivos por los que esos sueños se convirtieron en tuyos. Respétalos y no dejes que otros los pisoteen con un comentario descuidado o en un momento de mala uva, por una rabia que no es tuya. Ellos no están viviendo tu vida.

Céntrate y enfócate en cómo te sientes en cada momento y respeta esos sentimientos sin luchar contra ellos. Si los dejas en paz, se irán; si les haces la guerra, crecerán. Todo aquello en lo que piensas se hace más grande, así que es mejor que decidamos en cada momento qué es lo que queremos que crezca en nuestra vida.

Céntrate y sigue andando por el camino que mejor se adapte a tus pies. No hay nada como eso.

Ahora es tu turno:

¿Que NO deberías hacer si tuvieras el deseo desesperado de ser feliz?

No hay comentarios:

Publicar un comentario