domingo, 16 de marzo de 2014

Felicidad a la carta: la vía del placer y la vía de la virtud

La mayor manifestación de sabiduría es una alegría continua:
su estado es como el de las cosas que habitan más allá de la luna,
siempre claras y serenas.
Michel de Montaigne

La idea de que el disfrute de la propia realidad es algo bueno en sí mismo está contemplado en la sabiduría del Talmud, en el que se establece que todos tendremos que justificar ante nosotros mismos, al dejar esta vida, todas y cada una de las veces que hayamos fallado en el disfrute de cualquier placer que este mundo nos haya ofrecido de forma legítima. Y el Corán advierte que lo primero que nos preguntará Alá cuando comparezcamos ante Él será qué no hemos disfrutado de todo lo bueno que nos ofreció durante nuestra estancia en la tierra.


A lo largo de toda la historia de la humanidad, filósofos de todo pelaje han estudiado en profundidad la sabiduría y la felicidad, y algunos de ellos también debatieron de forma extensivísima sobre las influencias de la una en la otra y en las posibles "tensiones" que podrían provocarse mutuamente. Algunos aseguraban que la sabiduría era condicion sine qua non de la felicidad, mientras que otros creían que una visión más fiel --y por lo tanto, "sabia"-- de la realidad puede mermar la felicidad.


Entre el fajo de papeles sobre estudios de la felicidad que tan generosamente me proporcionó la profesora e investigadora de la UNED Encarna Nouvilas en nuestra última comida, había un hatillo con una nota suya que rezaba: "Algo filosófico - Felicidad y Sabiduría". Enseguida me picó la curiosidad porque nunca había pensado que había que ser sabio para ser feliz; eso era un obstáculo importante, o al menos a mí me lo parecía. Aunque a veces pueda parecer difícil, doy fe de que se puede practicar la alegría de forma habitual, así como la compasión, la empatía, la generosidad, incluso el amor incondicional a los demás... Pero ¿cómo te conviertes en sabio? Y de todos modos, ¿se puede? Es decir, ¿el sabio nace o se hace?


¿Es la sabiduría parte necesaria de la felicidad? ¿La felicidad implica sabiduría? Y de todos modos, ¿qué es oficialmente la sabiduría? ¿Y la felicidad? ¿Las definiríamos nosotros de la misma forma que lo hace el DRAE?

sabiduría.
1. f. Grado más alto del conocimiento.
2. f. Conducta prudente en la vida o en los negocios.
3. f. Conocimiento profundo en ciencias, letras o artes.
4. f. noticia (‖ conocimiento).


felicidad.
(Del latín felicĭtas, -ātis).

1. f. Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien.
2. f. Satisfacción, gusto, contento. Las felicidades del mundo
3. f. Suerte feliz. Viajar con felicidad

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El 27 de mayo de 2011, los sociólogos Ad Bergsma (Universidad Erasmus, Rotterdam) y Monika Ardelt (Universidad de Florida, EE.UU.) publicaron las conclusiones del estudio Self-reported wisdom and happiness: an empirical investigation (algo así como Sabiduría y Felicidad auto-informadas: una investigación empírica), en el que concluyeron que la sabiduría y la felicidad estaban relacionadas solo de forma modesta, aunque positiva, y que no están en conflicto.

Buscamos la felicidad por la propia felicidad, pero elegimos virtudes tales como el honor y la razón no solo por las virtudes en sí mismas sino por la felicidad que nos proporcionan, escribió Aristóteles en el año 350 a.C. en su famosa Ética a Nicómaco.


El filósofo concluyó que la felicidad es el fin último y, a pesar de todo, su concepto de la felicidad no es estrictamente hedónico sino que tiene claros componentes eudaimónicos. Ya sé, ya sé... yo tampoco había oído esa palabreja antes.


Eudaimonía no es una palabra habitual en el lenguaje diario; es una palabra más propia del lenguaje de la filosofía y de la psicología que proviene del griego y significa, literalmente, plenitud del ser, pero comúnmente se entiende como felicidad. Eudaimonía es el tipo de felicidad al que se refiere Aristóteles cuando define la felicidad como actuar de forma virtuosa y sentirse bien a causa de ello; eso es lo que los psicólogos actuales llaman bienestar eudaimónico.

¿Y dónde hemos dejado la sabiduría? ¿Nos hemos perdido ya?

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Jeremy Bentham
Jeremy Bentham (Londres, 1748-1832) fué un jurista, filósofo y reformista social inglés. Estudió Derecho y Filosofía, y es considerado el fundador del planteamiento ético denominado Utilitarismo (que es lo que nos interesa aquí). Se convirtió en un teórico líder de la filosofía legal anglo-americana que abogó por la libertad individual y económica, la separación de la Iglesia y el Estado, la abolición de la esclavitud, igualdad de derechos para las mujeres, el derecho al divorcio y la despenalización de los actos homosexuales. Clamó por la abolición de la pena de muerte y del castigo físico (incluyendo el de los niños) y, más adelante, abogó por los derechos de los animales. Se le considera el padre espiritual del famoso University College London. Entre sus discípulos se contaban su secretario y colaborador, James Mill; el hijo de éste, John Stuart Mill, filósofo; el filósofo legal, John Austin y Robert Owen, fundador del movimiento socialista de la utopía.

Pero vamos a lo que nos interesa más de este interesantísimo hombre: dándole un giro psicológico a la teoría aristotélica, Jeremy Bentham resumió la felicidad como "la suma de los placeres menos los dolores". Así de simple. 

En su revolucionaria doctrina, Bentham preconizaba que todo acto humano, norma o institución, deben ser juzgados según la utilidad que tienen, esto es, según el placer o el sufrimiento que producen en las personas. A partir de esa simplificación de un criterio tan antiguo como el mundo, proponía formalizar el análisis de las cuestiones políticas, sociales y económicas, sobre la base de medir la utilidad de cada acción o decisión. Así se fundamentaría una nueva ética, basada en el goce de la vida y no en el sacrificio ni el sufrimiento.

Lo bueno es lo útil, según Bentham, y es lo que aumenta el placer y disminuye el dolor. La naturaleza ha colocado a la humanidad bajo el gobierno de dos amos soberanos: el dolor y el placer. Ellos solos han de señalar lo que debemos hacer. Así pues, la ética para Bentham es una cuestión de cálculo de consecuencias.

Y nuestro Jeremy habla de un cálculo felicítico, intentando dar un criterio que ayude a los demás en la búsqueda de lo útil,. Para ello hace una clasificación de placeres y dolores, y aunque los placeres son mensurables, hay que considerar siete criterios:
  • Intensidad 
  • Duración 
  • Certeza 
  • Proximidad 
  • Fecundidad (situación agradable que genere más placer) 
  • Pureza (ausencia de dolor) 
  • Extensión: hay que entenderla como que existen motivos que impulsan a considerar intereses ajenos porque eso puede caer en propio beneficio -que te llamen simpático, benevolente, generoso...-. (Y cuando se trata del Estado, en la extensión sí que se habla de lo útil para la sociedad, y el legislador debe preocuparse de que con sus leyes den “la mayor felicidad al mayor número de ciudadanos”; es decir, deben buscarse intereses generales). 
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Así, pues, para complicar un poco más las cosas, ahora tenemos dos tipos de felicidad: la felicidad hedónica (o su búsqueda a través del placer) y el bienestar eudaimónico (o la búsqueda de la felicidad a través de la virtud y la ética útil).

En un sentido general, la palabra felicidad se utiliza para referirse a "calidad de vida" o "bienestar", implicando que la vida es buena pero sin especificar qué hay exactamente de bueno en la vida. Utilizar las oportunidades que te ofrece la vida, igualdad social, bienestar económico, cómo capeamos los temporales y sacamos lo mejor de las distintas circunstancias. Casi todos pensamos que la vida ha de servir a algo más grande que nuestro ombligo (ya sea una meta transcendental o de preservación del medio ambiente) y todos deseamos un desarrollo personal que nos satisfaga, autonomía, autoaceptación, crecimiento personal y tener un propósito en la vida, sea el que sea. 

Bentham definió la felicidad -antes de resumirlo como placer menos dolor- como el aprecio afectuoso y sincero de la propia vida; y además de definir la felicidad, a mi modo de ver, con esas palabras Bentham está definiendo también la sabiduría.

Porque es sabiduría verdadera apreciarnos y apreciar nuestra vida porque es vida y porque es nuestra, sin tener en cuenta para ello factores externos tales como ser millonarios, premio extraordinario de carrera o un cinco peláoh, si otros nos aprecian más o menos que a Pepe, si fuimos educados en Harvard o en Teruel, etc... Aunque es una chulada el hecho de nuestro premio extraordinario en Harvard, vestir de Fendi o que el resto entero de la humanidad nos admire más que a nadie en el universo, si no nos apreciamos nosotros y apreciamos nuestra vida de la misma manera, nuestra felicidad no está garantizada en absoluto. 

Y te digo que ningún humano, en su lecho de muerte, ha lamentado jamás no haber pasado más tiempo en el despacho o ante las cámaras, no haber sido más internacional, no haber sido más millonario, no haber sido más "primero entre iguales", no haber sido más delgado... Si alguien se lamenta de su vida a la hora de presentar suelas es por no haber sido más sabio y más feliz: no haber pasado más tiempo con los seres queridos, no haber hablado con más amabilidad a los cercanos, no haber jugado más con los nietos, no haber dedicado más tiempo a su verdadera pasión, no haber hecho más veces el tonto por la calle muerto de risa, no haber comido más chorizo picante... 

El único pilar básico de nuestra felicidad somos nosotros mismos y nuestra actitud acerca de ese hecho. A eso se refería Bentham con lo de "aprecio afectuoso y sincero por la propia vida", estoy segura.

Y también estoy convencida de que esa es la verdadera sabiduría, sin hacer de menos, desde luego, nuestras capacidades de reflexión, autoconocimiento, relativismo y pragmatismo en la toma de decisiones, y todo eso que se considera sabiduría (también). :-D

Haz lo que sea para encontrar la manera de reconocerte los méritos que tienes, de ver que haces lo mejor que sabes en todo momento dadas las circunstancias, que el pasado pasado es y que el futuro no ha llegado. Compite solo contigo mismo si eres de carácter competitivo, nunca con otro; no te critiques bajo ninguna circunstancia, agradece lo que tienes y persigue lo que quieres. No te rindas y consulta contigo mismo, pasa un ratito a solas y en silencio cada día. 

Sé sabio y recuerda que la felicidad no es un sitio al que llegas un día. La felicidad es una decisión que tomas y un camino que sigues. La felicidad no es un estado que alcanzas, es un estado en el que estás. Para vivir feliz tienes que decidirlo y estar presente en esa decisión.

Día a día.

Momento a momento.
















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