lunes, 17 de junio de 2013

Pecados capitales festivos: Gula y Lujuria. Ñam, ñam...

 " .. os digo que, para evitar la inmoralidad, cada hombre tenga su mujer
y cada mujer su marido... "
Corintios 1, 7:2 (¡qué iluso san Pablo!)

Aunque, formalmente, en la Suma Teológica de nuestro Tomassino la gula y la lujuria están contenidos dentro de los pecados capitales concupiscibles como excesos, y ambos abuso del propio cuerpo, yo los denomino pecados capitales festivos. O que podrían serlo si midiéramos bien. No se los puede considerar un camino cierto a la felicidad, ni mucho menos, pero una fiesta es una fiesta es una fiesta. Te hacen disfrutar, al menos un rato, aunque luego te acaben matando (días, meses o años después).  Pueden ser una lata para tu familia y tus amigos, pero todo es negociable, y si no ofendes es solo asunto tuyo. Allá tú cómo te entiendes con tu body.



En latín, la lujuria tiene un nombre precioso, Luxus (abundancia extraordinaria o exhuberancia), así que en principio no parece tan  malo. ¡Si hasta huele bien! Y en nada parece conectado con el término castellano. Ya no se oye a nadie decir "esa tía es una lujuriosa", que sonaría genial y se vería mejor aún. En los tiempos que corren, luxus tiene nombres tan feos y poco festivos como compulsión sexual o adicción al sexo. Pero, ¿quién pone el límite a una cosa tan personal? ¿Quién tira la línea en la que Luxus cambia de nombre? (¿Las religiones, los gobiernos mediante el Derecho Penal o Civil, o tú mismo?). 

Dante opinaba que la lujuria era el amor hacia cualquier persona... Pero, por otra parte, ¿no nos dijeron que había que amar a todos los prójimos como a nosotros mismos, posponiéndonos ambos solo a Dios? No se me quedan los cabos bien atados, las ecuaciones no me salen y a mis puzzles les faltan (o les sobran) piezas. ¿En qué quedamos? 

La gula (en latín, gula) se describe como el consumo irracional y desordenado de comida y bebida. Por naturaleza, el hombre no es glotón en ningún sentido. Ni en el Paraíso ni, más tarde, en épocas paleolitiquísimas en las que había que correr mucho para comer o para huir de esa comida -aún viva y algo nerviosa- se ven obesos. Alguna que otra representación de la abundancia de la Tierra Madre como mujer (la Venus de Horam, en Marruecos o las Venus de Lespugue y Brassempouy, en Francia) y poco más. Y estaban algo gorditas no porque fueran fotos fiables de nuestras ancestras sino que eran la oración-representación pidiendo una abundancia que no encontraban precisamente a la puerta de la cueva. El resto de figuras, que se cree sí representaban a nuestros ancestros de entonces y sus actividades diarias, se ven esbeltas y en continuo ejercicio: tiro con arco, carreras de fondo, equitación (poca), caza olímpica, salto de longitud, lanzamiento de jabalina, etc.  

Estudiados con cierta atención, estos dos pecados capitales parecen ampararse en uno solo: la avaricia, ya que ambos pre-suponen una escasez presente o futura que hay que remediar cuanto antes mediante la acumulación anticipada: que me quiten lo bailao.

¿Por qué ese miedo a que "se acabe" antes de que yo me harte de ello? Los científicos sociales creen que, más que miedo al acabóse, esos deseos desordenados de todo tipo de hambrunas corporales representan las hambrunas que sentimos en otro nivel no carnal: el ansia, el estrés, el desmerecimiento, falta de atención o de abrazos, miedo al futuro (y al pasado). Incluso el aburrimiento y la desidia. Y lo que podría ser una buena fiesta se acaba convirtiendo en una hartura que nunca harta. ¿Por qué buscamos una cosa y rellenamos el hueco que tenemos de ella con otra? ¿Por qué los sustitutos?

¿Nos da miedo pedir ayuda cuando la necesitamos?¿Tememos hacer el ridi cuando deseamos pedir una cita a alguien? ¿Tememos "echar" esa solicitud para el puesto de trabajo que sabemos está hecho para nosotros? ¿Temblamos ante la idea de enviar el manuscrito de nuestra obra maestra a un agente?¿Nos asusta que nos confirmen con un no lo que ya sabíamos: "no vales para...." o "no mereces...." (rellénalo tú)?. Al final, todo sigue conectado: problemas de comunicación. En caso de nerviosismo extremo, siempre podemos hacer lo que Anaïs Nin hizo cuando llegó a Nueva York y un editor le dió calabazas a sus insignes Diarios: se compró la editorial. De todos modos, antes de gastarse un dineral que no tenía, preguntó y le dijeron que no. Y no le pasó nada. Si no hubiera probado y no le hubieran dicho que no y esa ira que sintió no le hubiera llevado a un acto agresivo creativo tan drástico como comprar esa editorial, quizás nunca hubiéramos conocido esos libros. Lo que hubiera sido una lástima.

La mala noticia resumida es que espabilas pidiendo lo que quieres/necesitas o te quedas como estás, porque no existe persona alguna sobre el planeta que pueda adivinarte el pensamiento. Alguna que otra intuición podemos tener respecto al prójimo (y siempre que éste nos de pistas mediante, al menos, la expresión corporal), pero poco más.

Además de evitar la festividad extrema (uno acaba por cansarse de todo exceso), la comunicación verbal es utilísima en muchos otros aspectos: puedes aprender idiomas (nuestro francés, portugués e italiano se aprenden fenomenal con un compañero de cama nativo) para lo que el lenguaje corporal no sirve ya que es como el cine mudo: internacional y en blanco y negro; puedes conseguir cosas incréibles en las ventanillas de los estamentos públicos (y en algunos privados); es fundamental para que en un restaurante te sirvan lo que quieres en lugar de cualquier otra cosa que un camarero pueda interpretar por tu gesto o postura; da resultados espectaculares en la educación de los hijos (y de maridos que hayan tenido madres que esperaban ser corporalmente interpretadas: miradas como puñales, bocas fruncidas, resoplidos, brazos cruzados sobre pecho guateado, lágrimas de cocodrilo, etc). En fin, que es mucho más útil que esperar que alguien te adivine y luego te lo entregue en bandeja sin intervención mínima por tu parte.

Porque es verdad que el Universo, como decía Goethe, se pone en marcha para cumplirte, pero eso nunca ocurre antes de que le indiques lo que quieres. Pues los camareros, los cónyuges, los hijos y los funcionarios de la ventanilla de Hacienda, igual. 

Hablas o te atracas... de otra cosa que, en el fondo, no era exactamente lo que querías. (Aunque el sexo glotón es estupendo, no te lo voy a negar.) 



3 comentarios:

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  2. la gula un pecado? ¿Cuando? - Si tiras la comida también, - Qué Ilusión le hacia a San Pablo jajajaja :)Ah, amarse mucho y bien, eso sí, siempre sin pecar, ahora como se hace eso si el deseo carnal también entra en uno de los pecados!!

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    1. Ese el una de las ecuaciones irresolutas e irresolvibles, jamía... 😃

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