jueves, 13 de junio de 2013

La ira: agresividad y violencia (o pirarse a Alabama en autobús)

Cuando estés irritado, cuenta hasta diez;
cuando estés muy irritado, suelta tacos.
(Mark Twain)


La agresividad normal es biológica (viene de fábrica por defecto en nuestro sistema genético) y, por lo tanto, es una forma de comunicación natural. Es una manera de decirle al otro que se ha colado bacalado y, en nuestra válida opinión, ha traspasado los límites en cuanto a nosotros se refiere; vamos, que no nos hace ninguna gracia su inoportuna incursión en un terreno que es nuestro. Desde el punto de vista sensato y natural, es un método eficacísimo para prevenir la violencia, no su causa.

Fruncir el ceño, sacar pecho, levantar un dedo en actitud de advertencia, hacernos más visibles físicamente (además de sacar el pecho, sacar todo lo demás a excepción de puños y puñales), corregir, soltar un taco o lanzar una mirada de que te lo has creído tonto el higo... ¿Qué tienen en común todas estas acciones? Son acciones agresivas pero no violentas. Y entran dentro de la biología animal, reino al que pertenecemos básicamente, nos guste o no. 

(¿Habéis visto alguna vez una guerra planificada entre lobos y rinocerontes, con generales y soldados rasos? ¿Hemos estudiado en Ciencias los rituales, el tipo de pinturas de guerra y lanzas envenenadas utilizadas para resolver sus asuntos -de una vez y para siempre- entre monos y cachalotes? No, solo hemos estudiado eso en los humanos. Los llamados animales no humanos resuelven sus asuntos sin tanta alharaca: sacan el pecho, enseñan los dientes y, en caso de necesidad, dan un zarpazo en el morro del otro. No suelen pasar de ahí.)

Abusar verbal, física o sexualmente de otro, insultar, pegar (menos la zapatilla de mamá), criticar, mutilar o matar, suicidarse, amenazar, difamar, atemorizar con intención de rebajar (todo ello acompañado de expresión corporal y facial para hacer al otro cagarse de miedo)... Y éstas acciones, ¿qué tienen en común? Pues que éstas son acciones violentas, no agresivas  ni creativas (aunque vayan acompañadas de enseñamiento de dientes).

Y eso no significa que no hayamos jugado en ocasiones con pensamientos entretenidísimos. Porque ¿quién no ha pensado alguna vez en pegarle un tiro al cónyuge, descuartizar a los niños y coger un autobús para Alabama? Que tire la primera piedra. Si dejáramos que el pensamiento se hiciera carne en todos los casos no tendríamos hoy problemas de superpoblación, pero sí tendríamos un problema mucho más serio. Por fortuna, no hay pensamientos repentinos ni ensoñaciones que maten (aunque a veces nos gustaría :-D).

*     *     *

No sé si por tanquilizar nuestra conciencia con vistas a ser violentos cuando nos parezca justo y necesario o por descuido e ineptitud (¿nuestros? ¿de la RAE?), el caso es que hemos apelotonado todo ese batiburrillo en la palabra agresividad en lugar de dividirlo como corresponde y llamar al pan pan y al vino vino --como hacemos tan obsesivamente con otros términos. Con las consecuencias que corresponden (confusión, autoperdón, culpa, "se lo merecía", etc.). Suena mejor "es un tío agresivo" que decir "mi churri es violento", que equivale a lo que en tiempos no muy lejanos decían muchas mujeres:  mi marido me pega lo normal. La aceptación, las excusas y el autoengaño en este tipo de comportamiento crean confusión en tu mente y corren a tu desfavor. Siempre les digo a mis hijas que el primer grito (menos los míos, claro), el primer desprecio, la primera crítica o la primera hostia nunca son los últimos; siempre, siempre son los primeros de la serie

La ira es el pecado capital que más muertes causa por mano ajena. Por que digo yo: si te quieres matar de un atracón de tocino, o de un polvo salvaje con viagra, látigos y autoasfixia, o te compensa morir de soberbia, por lo menos te matas tú por propia mano; pero la ira de otro te puede mandar al otro barrio -física o emocionalmente- sin haber tenido la ocasión de opinar al respecto. Y eso es una falta imperdonable de educación, a más de antidemocrático absolutely.

Pero la diferencia fundamental entre los términos agresividad y violencia es su finalidad última. La intención y finalidad de la agresividad natural es creativa: nacer es la acción agresiva más potente (que se lo digan a la madre a medio parto); pintar un cuadro, crear, tocar o dirigir una pieza musical es agresivo; escribir un blog sobre la felicidad o fundar una ONG por la víctimas del terrorismo es agresivo; sacar pecho para marcar territorio o fruncir el ceño es creativo (un intento de evitar la violencia del combate). Todas estas acciones son agresivas y creativas. La agresividad natural conduce a la acción, a la creación y a la vida y otorga ese poder personal del que tanto hablan los libros de autoayuda.

En cambio, la intención y finalidad última de la violencia es la contraria absoluta. Abusar verbal o físicamente de otro, robar, mutilar, difamar, matar, trampear, amenazar o humillar a otro es siempre siempre destructivo y empequeñece al supuesto poderoso. La violencia y su "encarnación" no es agresiva (acción creativa) como pensamos; es una rendición abrumadora (pasiva, destructiva) a la propia impotencia, la antítesis del poder personal ese que buscas. En toda violencia sin excepción existe una enorme energía suicida, es una distorsión de la acción agresiva. La violencia es, en realidad, el estallido último de la agresividad natural reprimida, la consecuencia de no haber soltado un taco a tiempo sacando pecho. Y conduce invariablemente al intento de destrucción o aniquilación de otros o de sus posesiones (y en muchos casos se consigue). También puede conducir a tu propia destrucción (suicidio, automutilación -menos los agujeros de pendientes-, desequilibrio químico cerebral, desequilibrio emocional), pero eso ya es cosa tuya. También está mal, que conste; sigue siendo pecado capital, pero por lo menos no le das la lata al mundo :-D. Si te quitas de en medio ya no necesitas seguir buscando la felicidad, que es pesadísimo; esa es la única ventaja. Creo.

Como ves, sonreir siempre -te digan lo que te digan- no es educado si sonríes mientras te pegan: es destructivo. Sacar pecho cuando se te acercan en actitud violenta es constructivo y creativo. La buena educación tiene mucho de sensato, pero también tiene mucho de inconveniente. Una vez que distingamos la buena educación sensata de la buena educación que conviene a otros, seremos capaces de sonreír cuando nos dé la gana y de soltar un taco cuando nos convenga o convenga a nuestro territorio personal. Fíate de lo que dicen tus adentros y no de lo que dicen tus afueras (que normalmente están educadas por otros) y habrás encontrado otro camino a la felicidad.

Cuando aún eran muy pequeñas, les dí a mis hijas el número de teléfono de Auxilio al Menor. Por si me colaba...

Es cierto que a lo largo de la educación de un hijo te ves en bretes que son difíciles de resolver. Por que ¿qué les contestas cuando te vienen con que hay un niño que les pega patadas a diario? ¿Tienen que pelear a puñetazos o poner la otra espinilla? ¡Menuda preguntita!

Cuando mi hija mayor iba aún al colegio (inglés, muy pijo) había una francesa un poco mayor que ella que no la dejaba en paz. Así que lo resolví a mi manera creativa de entonces: esperé a la franchuta (ella siete años, yo treintañera) en el patio del colegio, me agaché y le dije al oído: "Si le vuelves a poner la mano encima a Carlota te rajo la tripa entera. Con un hacha.". Se echó a llorar, claro, pero no volvió a tocarla.

Ese es un acto violento, pero entonces yo no sabía tanto de distinciones y sí mucho de amores y temores maternales.

Hoy le daría a mi hija instrucciones al respecto: que no se pusiese en su camino (¿qué necesidad hay de ponerse a tiro de una malcriada necesitada de llamar la atención?); que en cuanto la viese se pusiese de inmediato a saltar y bailar gritando (si piensan que estás loca o muy contenta no te pegan, te evitan) o que le devolviese la patada en caso de que no diese tiempo a rumbas o escondites. En ese orden.

Esos son actos creativos. Creo. :-D

Pero la mejor manera es no conectar con la desviación del otro. Si no crees que tienes que estar defendiéndote continuamente, no te atacarán; se irán a por otro hasta que encuentren lo que buscan.

Nos conviene recordar que nuestras emociones son nuestras, no son nosotros ni nosotros somos ellas. En nuestras emociones mandamos y no nos interesa dejar que nos abrumen y se nos impongan como un niño malcriado. Es como si dejase que el mandil o el horno tomasen la batuta en la cocina: sin mi intención por medio nunca subiría el bizcocho (no me sube nunca, anyway). Si las dejamos en paz sin darles más importancia de la que tienen, se irán solas a su debido tiempo. Unas tardarán más que otras, pero tienen su vida contada si no las ayudamos a crecer.

En el fondo, las emociones son como los bizcochos: si les damos mucho fuego se acaba por quemar la cocina entera... 



NOTA: Mandar un anónimo al maltratador es un acto agresivo super creativo :-D











No hay comentarios:

Publicar un comentario