viernes, 14 de agosto de 2015

Piense y hágase rico

Se ha extraído mucho más oro de los pensamientos de los hombres
que de la tierra (Napoleón Hill)


Nacido en 1883 en una cabaña a la orilla del River Pound (Virginia, USA) en la más tristísima pobreza, a los diez años perdió a su madre y dos años después su padre volvió a casarse. Se convirtió entonces en un chico furioso y muy rebelde pero llegó a ser un hombre increíble. Está considerado a día de hoy como el personaje más influyente de la historia en haber llevado a cientos de miles de personas al éxito personal y financiero.

Napoleón Hill comenzó a escribir a los trece años para pequeños periódicos locales de su zona y con esos escasos ingresos se pagó los estudios de derecho; trabajó como periodista y abogado de éxito y todavía joven llegó a convertirse en el hombre más amado y respetado de todos los autores motivacionales de su época. Luchando contra todo tipo de desventajas y presiones, Hill dedicó más de 25 años de su vida a definir las razones por las que tanta gente fallaba a la hora de alcanzar el verdadero éxito financiero y la felicidad en sus vidas. Su filosofía, plasmada en su libro Piense y hágase rico ha ayudado a millones de personas y ha sido fundamental en las vidas de mucha gente de éxito. Sus 87 años de vida -desde los 13, todos ellos en activo- son considerados como los más fructíferos de toda la historia moderna.

Su vida cambió para mejor todavía cuando tuvo la oportunidad única de entrevistar al magnate del acero Andrew Carnegie (sí, sí, el del famoso Carnegie Hall neoyorkino y fundador de la U.S. Steel Company) quien, al ver el despabile de Hill, quiso llevar a cabo una idea que le rondaba la cabeza desde hacía tiempo: Mr. Carnegie encargó a Hill que entrevistara a los 500 hombres más ricos de Norteamérica con el objeto de encontrar una fórmula del éxito que pudiera ser utilizada con efectividad por cualquier persona corriente y moliente. Pasmado por la propuesta, Hill cuenta que se asustó viéndose todas las pegas y obstáculos del asunto encima en una sola visión negrísima y... dijo que sí, que aceptaba el encargo.

Napoleón Hill entrevistó a todos los millonarios de Norteamérica conocidos por aquél entonces en el mundo de las finanzas y a otros hombres de éxito en otros y variados campos. Entre esos quinientos entrevistó a Thomas Edison (bombilla eléctrica, fonógrafo y miles de inventos más), Alexander Graham Bell (teléfono), Henry Ford (¿quién no lo conoce?), Elmer Gates (la espuma extinguefuegos y experto en el comportamiento de la mente), Charles Schwab (presidente a los 35 años de la U.S. Steel de Carnegie), Theodore Roosevelt (presidente del que luego fué asesor), George Eastman (fotografía), Woodrow Wilson (otro presi al que asesoró), John D. Rockefeller, F. Woolworth (grandes almacenes)... Y tras veinte años de entrevistar, clasificar, ordenar y sacar conclusiones publicó la fórmula del éxito en el libro Piense y hágase rico que, de inmediato, arrasó en ventas y le hizo multimillonario. Aún hoy el libro se sigue reeditando y publicando y tenemos la fórmula mágica para lograr cualquier cosa que deseemos en cualquier área de nuestra vida al alcance de la mano. Otro camino que lleva a Roma.

Los puntos básicos de su filosofía, probada y comprobada en sí mismo y en otros muchos son:
  • Todos los hombres a los que entrevistó Napoleón Hill tenían una cosa en común: antes de su éxito, estos personajes pensaban ya en sí mismos como poseedores de aquello que deseaban tan ardientemente conseguir ser, hacer o tener (en este caso concreto, dinerales a espuertas).
  • Todos se ceñían con firmeza a su objetivo y la persistencia era un mandato sine qua non.
  • Ninguno consideró nunca sus fracasos y/o errores como algo importante; para ellos era algo temporal, y había que cambiar de perspectiva, nunca de objetivo. Y todos aseguraron a Hill que la mejor forma de fracasar es creer en la posibilidad de fracasar.
  • Henry Ford le reveló un secreto: "Si cree que puede conseguirlo, tiene razón; si cree que  no puede hacerlo, también la tiene". Al parecer el éxito tiene un sentido del humor bastante peculiar y algo negro, y los aparentes fracasos son la semilla de los grandes éxitos... aunque al principio no lo parezcan ni de blas.
  • Ninguno de estos hombres sobresalientes se dejaron seducir por críticas ajenas (provinieran de familiares o desconocidos), intentos de soborno, chantajes, internamiento en psiquiátricos (los hubo por parte de familias del personaje en muchos casos), pues se guiaban exclusivamente por su sueño y/objetivo confiando exclusivamente en sí mismos y en que lo conseguirían antes o después (con la ayuda de Dios o sin ella :-D).
  • Casi el 98% de ellos fueron honestos consigo mismos en sus tratos con los demás y en los negocios (al menos, al principio :-), sin romper su propia ética en ningún momento. Según Napoleón Hill la deshonestidad es una vía directa y segura al fracaso antes o después. Ya lo leímos en la explicación de la Ley de Atracción de Abraham-Hicks: Un viaje accidentado nunca tiene un final feliz :-D.
  • El éxito a cualquier nivel tampoco requiere de estudios en escuelas de renombre (Edison fué a la escuela de su pueblo durante solo tres meses en su vida), ni enchufes, apadrinamientos, conexiones con el poder ni apellidos prestigiosos. El verdadero éxito sólo requiere un deseo bestia de algo concreto, que perseguirás con ahínco inquebrantable mientras llevas orejeras que no te dejarán ver otra cosa que tu objetivo final como deseo cumplido... hasta que lo cumplas, tardes lo que tardes en hacerlo.
  • No importa de qué tipo sea el objetivo: financiero, profesional, ser madre, cantante de blues, tener la plantación de mangos más productiva del Caribe o... tu propia felicidad.
De todos los puntos que ordenó y clasificó Hill como principalísimos en su filosofía, señaló dos fundamentales: el deseo ardiente de conseguirlo y la perseverancia. Y justo cuando yo me preguntaba si con eso se nace o se hace (porque en perseverancia no soy maestra), llego al punto de su libro en que resume los

Cuatro pasos muy sencillos hacia la perseverancia
  1. Un propósito definido y apoyado por el ardiente deseo de cumplirlo.
  2. Un plan definido expresado por acciones continuas (grandes o pequeñas pero sostenidas) hacia el objetivo.
  3. Ser irreductible en el propósito de alejar de nosotros todas las posibles influencias negativas, incluyendo sugerencias debilitantes y malajes por parte de parientes, amigos, conocidos y desconocidos o supuestos entendidos en el tema.
  4. Una alianza amistosa con una o más personas que nos estimulen a seguir adelante con el plan o propósito que tenemos en mente.
Hill consideraba que estos cuatro pasos son esenciales para alcanzar el éxito en cualquier área de la vida, y no hay más secreto. Declara que todo el propósito de los principios de su filosofía del éxito es capacitar a cualquier persona para dar esos pasos hasta que los mismos constituyan un hábito, una forma automática de pensar y actuar.

Ya vamos viendo que antiguos y modernos, herméticos o no, todos los gurús del éxito y la felicidad dicen lo mismo: el protagonista de la película eres tú; tú eres el guionista, el productor ejecutivo, el cámara, el director de casting encargado de escoger a los personajes secundarios; incluso el encargado de vestuario y ambientación de tu película eres tú.

¡Qué responsabilidad! ¿Querremos asumir ese costo y esfuerzo para alcanzar ese sueño que casi no nos deja dormir? ¿O elegiremos la vía cómoda y nos dejaremos arrastrar a la callada desesperación en la que se vive tan ricamente?

En fin, hay mucho que pensar. Sobre todo si queremos ser felices... y/o millonarios.

:-D :-D :-D

P.S. No olvidemos que cualquier deseo de nuestro corazón nos honra y nos hace crecer. 











2 comentarios:

  1. Excelente forma de resumir la filosofía del libro. Es un libro excelente, pero para lograr el éxito hay que guayar la yuca, fajarse y no desanimarse con la critica de los demás.

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