domingo, 8 de marzo de 2015

El cerebro masculino: entendernos es un milagro (I)


La felicidad es interior, no exterior; por lo tanto,
no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos.
Henry Van Dyke

Aunque hasta la octava semana de vida todos los fetos tienen circuitos cerebrales del mismo tipo (de tipo femenino, por cierto), a partir de ahí los mini testículos del feto masculino comienzan a liberar testosterona en grandísimas cantidades, hormona con la que impregnan los circuitos cerebrales y los transforman del tipo femenino en masculino.

Diferencias entre cerebros masculino y femenino
Esta es la explicación de que el centro cerebral que los entendidos denominan zona del impulso sexual dobla su tamaño en el cerebro masculino. Pero lo que no sabíamos hasta que nos lo contó la neuropsiquiatra americana Louann Brizendinne es que esa zona sexual dobla su tamaño a costa reducir el centro de comunicación y el tamaño del córtex de audición. Vamos, que se lo echan todo al hombro :-D

En el caso de las niñas la cosa es un poquito más compleja: al no verse expuestos  a semejante huracán de testosterona, en los circuitos cerebrales femeninos de la recién nacida algunas zonas son más grandes y otras más pequeñas que en el cerebro del chico. Porque no hay ninguna pérdida en su centro de comunicación ni en su córtex de audición. 
  
Aunque al nacer todos tenemos ya definido si nuestros circuitos cerebrales son masculinos o femeninos, las diferencias van aumentando y, para cuando llegamos a este mundo, la diferencia real está plenamente desarrollada, aunque no se empezará a hacer patente hasta los 4 años.

A partir de ahí, los hombres y las mujeres piensan, deciden --¡y hasta compran!-- de forma diferente. Así que, por más que nos pese, ya no podremos echarle la culpa al otro de que no nos entendemos, no escuchamos, oímos demasiado o sólo lo que queremos oír, porque es un detallito del que se ha encargado la Naturaleza y no hay más. Quizás no fue, como pensamos todos y todas, un castigo el hecho de no entendernos casi nunca sino que quizás fue un regalo; el hecho de que tengamos que esforzarnos por entender al otro desarrolla en cada persona tremendas habilidades malabares y funambulistas propias que harán de ella una persona única y singular, sin sosías posible. Mira siempre lo positivo, es mejor. 

Dice la neuropsiquiatría que las hormonas son las que manejan todas las conductas y condicionan activamente el comportamiento social y sexual  del hombre, lo impulsan a competir, a destacarse, a ganar, a explorar y a resolver problemas. Así que, siendo todo cuestión de hormonas, ¿cuáles son las que hacen que los hombres siempre lleven razón aunque no escuchen y nosotras no entendamos los mapas aunque sepamos siempre dónde está el departamento de moda en El Corte Inglés?

En los hombres, la testosterona manda, y tiene su razón de ser:  es la hormona que le da al chico su fastidiosa característica dominante y ese afán de poder tan molesto; es la que lo enfoca en modo láser hacia sus objetivos (a veces, uno de ellos eres tú) y lo impulsa a destacarse entre los otros chicos. A su vez, la testosterona hace que se genere la feromona llamada androstenediona, que es la que le da al sudor masculino ese olor caractertístico a eau sauvage y activa su conducta sexual y agresiva, empujándolo a buscar a su pareja y a encontrarla. Cuestión de olfato.

Cerebro masculino, según los cánones clásicos
Cuentan también con la vasopresina, hormona propiciadora del ritual de apareo y, ¡oh sorpresa!, también lo es de la monogamia; esta encantadora hormona estimula a los chicos de la raza humana a proteger y defender su territorio, a su mujer y a sus hijos y, junto a la testosterona, esta vasopresina exalta la masculinidad. 

La oxitocina brinda al hombre esa capacidad de empatía que las mujeres nunca encontramos en nuestro ex y hace posible que un hombre experimente amor, confianza y apego. También es la hormona que disminuye a su rival, la hormona del estrés y de la presión sanguínea. Le ayuda, además, a generar sentimientos de seguridad y la que hace que se nos queden dormidos después del coito (o sea, que esto también lo ha decidido la Naturaleza; por algo será, quizás para evitar conversaciones peligrosas en momentos vulnerables).

Nuestros chicos tienen también una SIM, como los teléfonos móviles. Es la Sustancia Inhibidora Mülleriana, culpable de la intrepidez del macho. Es la sustancia que lo libera de su parte femenina, asunto esencial para generar su impulso exploratorio.

La prolactina propicia la conducta paterna y disminuye el deseo sexual (es la que lo hace levantarse a media noche como un resorte para atender al niño con fiebre) favoreciendo el descanso de la mujer; y el cortisol es el encargado de hacer reaccionar al macho con violencia cuando se siente en peligro (especialmente en tu presencia, en la presencia de su jefe o de su madre); también es la que lo predispone a la lucha.

La dopamina funciona como vigorizante y produce un exceso de entusiasmo en el hombre, tanto en el juego sexual como en deportes de riesgo y juego brusco (a veces mezclan todo un poco).

El estrógeno, fuerte de las mujeres, es el único capaz de aumentar en el hombre el deseo de mostrar cariño a su pareja, convirtiéndolo en un ser amoroso y afectuoso.

En resumen, que el cerebro del hombre y su biología hace que viva una realidad propia, muy distinta a la femenina, que trasciende ampliamente su conducta sexual y lo convierte, además, en una máquina para encontrar soluciones.

Son tan completos que no tenemos más remedio que preguntarnos: ¿Y qué ha dejado la Naturaleza para las chicas, aparte de la imbatible habilidad de planchar?

Lo veremos la semana que viene para no liarnos. Quizás en esta semana podamos dedicar un tiempo a reflexionar sobre este asunto del cerebro masculino y esforzarnos en entender su funcionamiento.

Que la oxitocina, la prolactina y el estrógeno llene este domingo vuestros hogares.




No hay comentarios:

Publicar un comentario