domingo, 2 de noviembre de 2014

¿Es esto todo lo que hay? (I)

Qué vida tan maravillosa tuve, ¡ojalá me hubiera dado cuenta antes!
Colette (escritora francesa r.i.p.)


¿Es esto todo lo que hay?

Si eres como el 87,9 por ciento de los humanos que en este momento habitamos en el planeta con madurez suficiente como para hacerlo, seguramente te lo has preguntado ya, al menos, 2 veces.

En momentos tanto de abrumamiento como de aburrimiento nos hemos preguntado también ¿Qué es lo que quiero de la vida?, al menos una vez. Y casi todos, la grandísima mayoría, nos hemos contestado: ser feliz. 

Nos hacemos entonces propósito de enmienda y establecemos objetivos imposibles, a cortísimo plazo, para compensar el tiempo perdido, escribiendo listas de cosas pendientes de hacer para conseguirlo. Esas listas ocupan hojas y hojas de papel con líneas y líneas de tareas que sabemos que diez personas trabajando en equipo tardarían años en llevar a cabo. Cuando nos ponemos, en un primer intento de "arreglar las cosas de una vez por todas", a trabajar en esas metas mastodónticas, todavía nos queda más clara aún que antes de hacerlo la imposibilidad de la tarea. Y no tenemos más remedio que rendirnos antes de haber dado siquiera el primer paso. Con lo que nos sentimos aún más abrumados o asustados que antes, por no hablar de la sensación de impotencia y fracaso y cobardía --nombrando solo tres-- por haber abandonado antes de empezar siquiera. Si la tarea es demasiado grande, nos abruma; si es demasiado pequeña, nos aburre...

Hay gente que sueña con salvar el mundo y piensa en escribir grandes tratados filosóficos que resolverá todos los problemas vitales y morales de la humanidad y acabará de una vez por todas con guerras, corrupción y estafas. Pero... ni siquiera ponen el lápiz sobre el papel o anotan sus ideas.

Otros sueñan con descubrir, definitivamente, el secreto único y universal de la felicidad. Pero... ni siquiera saben lo que los hace felices a ellos mismos. Ni siquiera saben que la felicidad no es su meta sino su camino, y a los cuarenta o los cincuenta descubren que nunca llegarán a ese sitio concreto de donde ya no sales. Y deciden que no vale la pena seguir buscando; que eso no existe.

Otros buscan y buscan ese secreto para sí mismos pero rechazan probar cualquier cosa, sistema, teoría o libro sosteniendo que eso no sirve; si sirviera, todo el mundo sería feliz. Y rechaza por el camino cualquier sugerencia que no esté aclamada unánimemente por la mass media o declarada oficialmente por la Conferencia de Naciones como la única vía válida  para alcanzar la felicidad para siempre jamás.

No recuerdan que cada ser es único, y lo es para todo: para vivir, desear, trabajar, disfrutar y ser feliz a su manera, propia y única, que solo le sirve a él. Que las teorías, libros, sistemas y demás te dan ideas para que encuentres tu propio camino pero no te dan nada masticado para tu particular caso.

Que eso no existe.

Porque cada uno somos lo que somos, un yo único y pecualiar que piensa con su cabeza y siente con su corazón, que no se parecen casi nada a los de casi ningún otro.

Y, aunque nos gusta ser únicos y originales, a la hora de los grandes riesgos emocionales queremos comprobar antes de arriesgarnos que una teoría haya dado resultado --oficialmente y declarado por los medios públicos del mundo entero-- a cien mil millones de personas; y si no, no voy a perder el tiempo con esa idiotez. Y como eso tampoco existe --y, olvídate, nunca existirá-- vuelven a la rueda de no lo conseguiré, esto es una estupidez, la vida es así o asá, y unos tienen mala suerte y otros nacen con una flor en el culo, son las cartas que me han tocado, y bla bla bla...

Y dejan de buscarla pensando, todavía, que es un lugar al que otros llegan pero ellos no llegarán...

Se quedan sin fuerzas y viven exhaustos, y así ¿de dónde sacas el tiempo y las ganas para disfrutar de la familia, el ocio con amigos, fomentar relaciones sociales y profesionales satisfactorias, darle tiempo a tus pasiones?

La felicidad de uno es un asunto personal serio, casi diría que el más serio de todos; el único en el mundo con el que de verdad vale la pena comprometerse a muerte, a diario y al ciento por ciento. Es inevitable que en nuestro proyecto de felicidad, tomándolo en serio, nos encontremos con la felicidad a diario al menos un rato. Y un día quizás sí nos encontremos con que ¡oh, sorpresa!, resulta que somos felices. Los tragos amargos, la pérdida de seres queridos, complicaciones profesionales... serán menos amargos y menos complicados si estamos comprometidos con nuestra felicidad. Porque tendremos formas de pasar por ellos que no impliquen quedarnos destrozados más que el tiempo justo y no media vida, nos quede de ésta lo que nos quede.

Para comprometerte de  forma seria con tu felicidad tienes que ver con otros ojos tu vida cotidiana. Porque la felicidad, la de verdad, la que vale la pena, es la de cada día y no los grandes momentos de bodas y bautizos sin lluvia y premios extraordinarios de la loto o rutilantes ascensos profesionales. Todo eso es anecdótico. Lo que de verdad importa es que cada uno de tus ratos te produzca el mayor bienestar posible dadas las circunstancias en las que te encuentres en cada momento. Y ese es trabajo tuyo, no del mundo o de tu prójimo. Que bastante tiene el mundo y tu prójimo con ocuparse de sus propios asuntos. Aunque no te lo creas.

Vale la pena que pienses en ello, le des más de una vuelta al asunto y te pongas manos a la obra. Dedícale cada día un rato a reflexionar, tranquilamente y sin agobios, al asunto de ¿Qué quiero de mi vida? ¿Cómo quiero que sea?, y hazlo teniendo en cuenta todos los aspectos, que los hay que más que pasiones tienen obsesiones y solo le dan vueltas a una cosa; y una buena vida tiene más de una cosa que vale la pena hacer buena. Y encamínate a ella. Cada día, empieza tu día con esa intención en mente.

¿Cómo puedes aprender a sentirte agradecido por todo lo que ya tienes? ¿Cómo puedes ser mejor amiga, escritor, madre o esposo? ¿Cómo puedes manejar las pequeñeces que te irritan a diario y adquirir una perspectiva más amplia y trascendente? ¿Cómo puedes ver con otros ojos tu vida cotidiana? ¿Cómo puedes mirar el lado bienhumorado que, aunque ahora mismo no lo veas, tiene cada día? ¿Cómo puedes dejar de asustarte ante las noticias de la tele o los periódicos? ¿Cómo puedes dejar de creer a pies juntillas el error absoluto que es el mundo en su conjunto, la injusticia que lo gobierna y el poco hueco que queda para ti y tus expectativas? ¿Cómo puedes apoyarte a ti mismo y a tu bienestar? ¿Crees en Dios o en un Algo más grande que tú que te apoya? Si no crees en ello, ¿con qué podrías sustituirlo para que te haga ese papel?

Cuando te sientas insatisfecho, cuando sientas que te falta algo a pesar de tener todo lo necesario para sobrevivir, recuerda lo afortunado que eres y recuerda también tu compromiso con tu felicidad, encuentra la manera de vivir el momento. Lo ajetreada que es tu vida, la cantidad de problemas que tienes en este momento, no tener un hueco ni para ir a la peluquería o al barbero no son excusas válidas para seguir siendo infeliz.

Y si las admites como tal seguirás mil años más sabiendo que tienes que ocuparte de ello en algún momento y no encontrándolo, generándote más frustración y desconsuelo. Y creyendo ilusoriamente que la felicidad llegará un día de golpe, cuando hayas acumulado el suficiente CV de trabajo duro, sacrificio, stress y desolación como para merecerlo. Como si la felicidad fuera una banda de honor a los sufridos méritos personales. Pero todo eso no tiene pinta de ser la felicidad... Creo.

Piénsalo y ponte manos a la obra. Define claramente qué es la felicidad para ti y empieza ya a dar los pasos necesarios para, cada día, conseguirla en alguna medida. Busca y aférrate al optimista que todos llevamos dentro (aunque a veces muy escondido, ¿eh?) y empieza a hacer cosas que te acerquen a ese ideal de vida feliz que descubras. Te sorprenderán los resultados.

Espera, se me olvida algo importante. Antes de tomar una decisión, has de hacerte una pregunta:

¿De verdad, sinceramente, quieres llevar una vida feliz?

Porque a lo mejor, en el fondo, no quieres...

Ya es hora de que esperes más de ti. Ya es hora de que te mires a ti mismo de otra forma, desde otra perspectiva. Y no hablo a nivel profesional, que de eso seguro que ya lo das todo. :-D

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