jueves, 27 de marzo de 2014

El mago de la sabiduría verdadera y la felicidad

El que busca, encuentra; 
al que pide, se le dará;
al que llama, se le abrirá la puerta.


Hace un par de días me llegó un mail escrito con tono tímido por una persona que no lo firmaba y que preguntaba sin rodeos: 

"¿Crees realmente que es posible cambiar para mejor nuestra vida nosotros mismos, a pesar de lo que nos rodee? ¿Qué piensas de la autoayuda? ¿Tú crees en la Ley de Atracción? (con mayúsculas). ¿Podrías hablar un poco de esas cosas también? A veces tengo la terrible sensación de que la vida tiene una clave secreta. Todos los demás parecen conocerla pero a mí no me la dieron". 

Uh, uh... Este mail me enterneció muchísimo. Intuí que quien lo escribía era alguien que estaba en un momento en el que yo estuve hace muchos años (la Edad de Piedra según mis hijas), cuando me dedicaba a leer todo lo que pillaba de estos temas (todavía tengo recaídas, ¿eh?). Es un momento de angustia y a la vez de expectación tremendamente gratificante... y odioso. Pero no cambiaría aquella experiencia por nada.

Así que dejé a un lado otro de los geniales estudios de Encarna sobre la felicidad y rebusqué en mi memoria y en mi biblioteca. Tengo una relación especial con los libros que me han hecho sentir algo y los guardo todos, así que no tuve problema en volver a ponerme al día, aunque empiezo a tener serios problemas de espacio.

Me ratifico en mi idea de que se puede llegar a Roma por mil caminos, y que cada uno tenemos que encontrar el nuestro. Pero no por ello el resto de caminos es inútil o no válido. Cada camino está ahí para alguien, y cada alguien elegirá el camino que más le "resuene" por personalidad, creencias, experiencias, etc. No todos tenemos las mismas cualidades ni poseemos los mismos dones (por suerte) y, por supuesto, no hemos tenido las mismas experiencias; y tiene que haber salida y solución para todos. Creo firmemente en la justicia cósmica :-D.

Aunque supimos [por el estudio autoinformado sobre relación entre la felicidad y la sabiduría que me facilitó Encarna Nouvilas] que la ciencia formal ha concluído que la sabiduría -tal y como la entendemos ahora y aquí- influye poco en la felicidad personal y que, pese a todo, la una no se opone a la otra, en cuanto me he adentrado en la búsqueda de la felicidad por otras vías menos científicas y más "mágicas", me he tropezado con la idea machacona de que cuanto más consciente eres de lo que buscas, más "tranquilo" permaneces durante ese buceo y, por lo tanto, más certeza vas acumulando de que, antes o después, encontrarás tu respuesta.

Las diferentes teorías esotéricas que permanecieron durante miles de años en la cámara oscura del conocimiento general se entremezclan de forma curiosa: la Biblia, los manuscritos de Qumran (¿se escribe así?), los principios herméticos, la kábala, la ley de atracción, las leyes del mentalismo, la Tabla Esmeralda, la sencilla técnica de R.H.J. (un empresario de éxito norteamericano de los años 50 que escribió un pequeñísimo libro rojo de 21 páginas del tamaño de media cuartilla) o las enseñanzas de William James, o de los consejeros espirituales norteamericanos de los años 40 y 50... 

Pero observo que, a pesar de lo que parece un batiburrillo llamado por muchos despreciativamente "las teorías de la Nueva Era", todas estas disciplinas y teorías tienen una base común: todas aseguran que creamos nuestra propia realidad mediante nuestros pensamientos diarios. Todos, absolutamente todos, dicen lo mismo con diferentes palabras. Uffff... ¡qué responsabilidad!

Si esto fuera cierto, ¿a quién le echaríamos la culpa de nuestras desgracias, grandes y pequeñas? ¿Y cómo sobreviviríamos sin la atención y la simpatía que despertamos cuando somos desgraciados? ¡Qué vértigo!

Si esto fuera cierto, ¿estaríamos dispuestos a hacer el esfuerzo necesario para cumplir nuestros sueños? ¿Nos esforzaríamos lo suficiente para saber con claridad qué soñamos realmente ser, hacer y tener? ¡Ja!

Al igual que las cremas anticelulíticas no funcionan a menos que te las untes en los muslos, las distintas teorías y sus herramientas de la felicidad hay que ponerlas en práctica para conseguir los resultados apetecidos. No vale con contemplarlas con arrobo y entusiasmo desde la otra esquina de la habitación. Conócelas, elige la que más te llame y luego... ponte en marcha y úntatelas.

Santo Tomás (no nuestro Tomassino sino el evangélico) no lo creía hasta que no lo veía. Y resulta que todos los "oscuros" predican que es al revés, y nos aseguran que no lo veremos hasta que no lo creamos (¿del verbo creer o del verbo crear? Uy, ¿será lo mismo creer que crear?).


*     *     *     *     *

Han pasado tantos miles de años y tantas cosas, y tantos estudiosos han escrito sobre él, que es difícil separar la realidad del mito...

Hermes Trismegistos
Hijo del olímpico Zeus y la ninfa Nais, y contemporáneo de Abraham (menos mal que alguien calcula esas cosas de tiempo y espacio), Hermes Trismegistos (el tres veces grande) era considerado el maestro indiscutible de la sabiduría y el verdadero mensajero de Dios.

Investigando sobre qué tiene para ofrecernos el esoterismo acerca de la felicidad, me ha despistado eso de que Hermes fuera contemporáneo de Abraham (o sea, que era hombre real) e hijo de Zeus (o sea, mito), además de haber enseñado matemáticas a Pitágoras (nacido en 569 a.C., o sea, más cercano a nuestra era de lo que pudiéramos pensar con el asunto de Abraham, ya que éste vivió dos mil años antes de Cristo). Por si había poco lío, nuestro chico tuvo dos homónimos: Mercurio, en la mitología romana, y Tot en la egipcia.

Pero he decidido pasar esos pequeños detalles por alto dando por buenas todas las informaciones-elucubraciones. Y, como me gusta la magia, tomaré a Hermes como alguien real pero mágico, sobre todo después de descubrir que era poseedor de sabiduría infinita y fiable, fundamental para nuestra felicidad y la buena marcha del Universo.

Las mátemáticas, la trigonometría, el lenguaje, la comunicación, la filosofía, la alquimia, la astronomía y la astrología y... ¿para qué seguir? Ninguna ciencia o disciplina escapó de ser descubierta por él ni pudo mantener sus secretos a los ojos del tres veces grande. Y todo su saber lo compartió en sus escritos, estableciendo así las bases de todas las ciencias actuales. 

Cosimo de Medici
Muchos de estos textos herméticos se perdieron para la cultura occidental durante la Edad Media pero fueron redescubiertos en unas copias bizantinas que se hicieron muy populares en Italia durante el Renacimiento. 

En 1460 un monje bizantino, Leonardo de Candia, introdujo en la corte de Cosimo de Médici -mandamás de Florencia- el manuscrito titulado Hermetica  y el conjunto de 14 libros llamado Corpus Hermeticum. Cosimo de Médici los hizo traducir al latín por uno de los sabios de su corte quien los publicó en 1471 como una colección de trece tratados, titulada en conjunto De potestate et sapientia Dei (algo así como "del poder y el conocimiento de Dios", si no recuerdo mal mi poco latín).

La Hermetica fue en parte la semilla del desarrollo del pensamiento y la cultura renacentistas, y tuvo un poderoso impacto en la Alquimia y la Magia modernas, así como una importante influencia en el pensamiento de filósofos como Giordano Bruno y Pico della Mirandola, padres putativos del Gnosticismo. Esta influencia continuó en el tiempo hasta autores del siglo XVII, como Sir Thomas Browne, autor calificado por Borges como el más grande prosista en lengua inglesa.

El más famoso texto de la literatura hermética es el llamado La Tabla Esmeralda (¡qué nombre tan chuloooooo!), uno de los textos últimos del sabio griego-romano-egipcio. No hace mucho (dado el amplísimo lapso de tiempo que estamos manejando), en 1945, se descubrió un último texto hermético en la ciudad de Nag Hammadi, en el norte de Egipto. Este texto es considerado el evangelio gnóstico de Santo Tomás, uno de los famosos evangelios apócrifos. Consta de doce códices de papiro envueltos en cuero y fueron descubiertos por un granjero de la zona dentro unas vasijas de barro (¿ánforas, cántaros o jarras?). Aunque están escritos en lengua copta, se asegura que son traducción de un original griego. Uno de estos códices describe la iniciación hermética a la gnosis*, lo que ha abierto nuevas perspectivas de la naturaleza del Hermetismo como un todo.

Los códices de Nag Hamadi
Hay poca disponibilidad de estos textos herméticos actualmente para los no-especialistas, pero me las he arreglado para saber cuáles eran los siete principios básicos de la filosofía del tres veces grande:


  1. Principio del mentalismo, que afirma que el universo es una creación mental de Dios. Esto parece un principio cristiano.
  2. Principio de la correspondencia, así como es arriba, es abajo; así como es abajo, es arriba. Esto suena mucho a esotérico.
  3. Principio de la vibración: todas las cosas se encuentran en movimiento constante e interminable. Un cambio en la vibración produce un cambio en la manifestación. Esto parece física cuántica. ¿El principio de incertidumbre de Heisenberg?
  4. Principio de la polaridad, que asevera que todas las cosas son duales. Todo tiene su pareja de opuestos, y estos opuestos son de naturaleza idéntica, diferenciándose sólo en el grado (alto y bajo son lo mismo, como frío y caliente, claro y oscuro; o duro y blando, y positivo y negativo).
  5. Principio del ritmo: todas las cosas tienen sus mareas, una marea alta y una marea baja (o sea, lo que sube acaba por bajar y lo que baja acaba por subir). Esto es sabiduría popular pura y dura.
  6. Principio de causa y efecto: toda causa tiene su efecto y todo efecto tiene su causa. Eso lo sabemos todos porque lo hemos experimentado en propias carnes, y ahí no hay misterio alguno. Es infalible. También es aseveración cristiana de toda la vida: el que a hierro mata, a hierro muere.
  7. Principio del género, que asegura que todas las cosas tienen un aspecto masculino y un aspecto femenino. Además de esotérico, también lo sabemos científicamente: tenemos cerebros con hemisferio izquierdo o masculino (positivo, lineal, asertivo, extravertido, "terrícola", rige las funciones del lenguaje hablado y escrito) y hemisferio derecho o femenino (artístico, negativo, introvertido, no utiliza mecanismos convencionales de análisis, rige las funciones sonoras no pertenecientes al lenguaje hablado o escrito -musicales, por ejemplo). Y en este principio no significa nada tener o no tener pilila.

Y vengo y me topo con que estos principios (no todos a la vez y a veces por separado) son también la base basiquísima de todas las disciplinas y teorías sobre la naturaleza de nuestra realidad personal. Vamos, que por lo que veo podríamos manejarla como quisiéramos si conociésemos -y nos creyésemos- esas leyes universales inmutables de las que tanto habla la Nueva Era, la Física Cuántica, el Esoterismo, la Autoayuda y hasta William James...

Para darle gusto a mi corresponsal anónimo (para mí que es chica) hablaré en primer lugar de la tan de moda ahora en el mundo entero Ley de Atracción. Os adelanto que es interesante, curiosa, excitante, morbosa, absolutamente fiable y, al parecer, insobornable (esto es lo peor, ¿o lo mejor?, pero es un dato importante a tener en cuenta).

Disfrutad de tanto conocimiento, que esto se pone divertido de verdad...





*La Gnosis es una enseñanza que permite al ser humano obtener información real de sí mismo y del mundo que lo rodea a través del conocimiento vivencial y experimental.



4 comentarios:

  1. Rosa, me estoy enganchando con muchísimo placer a las reflexiones bien entretenidas y documentadas de este blog. Un abrazo. Nieves del BC

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    1. Yo también estoy enganchada a estas reflexiones, no creas... :) Disfrútalas!! Otro abrazo pa ti.

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  2. :-), muy bueno el ejemplo de la crema jajajaja. Besos.
    Rakel

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    1. Sí, es que es muy... visual. :) Besos también para ti, guapa.

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