lunes, 2 de diciembre de 2013

Comer, comer, comer...

Hay tanto placer en preparar y compartir una buena comida...
Ard Bia Cookbook

Como he decidido llegar a Navidad con un par de kilos menos para no salir de ella con cuatro kilos más, no dejo de pensar en la comida.
Ard Bia at Nimmo´s

Desde que hace unos días, durante mi estancia en Altea y Cartagena, tomé la decisión de bajar esos kilitos, he hecho tres cursos de cocina (ninguno light), no paro de leer y releer mis amadísimos libros sobre el asunto de los comeres y cocino de forma furibunda y entusiasta cosas llenas de mantequilla, nata (light, eso sí), harina, rellenos variados, fritos y rebozados...

No sé si os pasa lo mismo pero es empezar a sopesar la idea de ponerme a dieta y me aparece de inmediato un letrero -luminoso- en la mente que dice: COMER, COMER, COMER.

Así que es posible que durante un tiempo parlotee sobre uno de los mayores placeres de la vida, uno de esos que me producen contento de verdad: cocinar.

*     *     *

Hasta donde alcanza mi memoria, siempre me ha gustado cocinar. A excepción de esa temporada en que los hijos solo quieren macarrones con tomate y filetes empanados, que para mi fué de frustración y desgana, siempre he disfrutado entre los fogones.

Para inspirarme, empiezo por repasar mis libros de recetas. Tengo una buena colección de ellos pero mi absoluto favorito desde mi último cumple el pasado enero es el que me regaló mi hija mayor con motivo de tan importante evento: Ard Bia Cookbook: Morning, Lunchtime, Afternoon, Evening, After Dinner & Pantry, reza el título.

Desde hace tres años, mi hija mayor vive en Galway, una preciosa ciudad costera irlandesa, donde imparte clases en el máster de interpretación de la Universidad Nacional de Irlanda. Ard Bia at Nimmos es uno de sus restaurantes favoritos. Es una encantadora mezcla de pub irlandés y restaurante, pegado al Spanish Arch al borde urbano del Atlántico. Allí me llevó un día mi hija a desayunar y me enamoré también del sitio. (Y de su roibos con miel, aunque no me gusta la miel).

Y el Ard Bia Cookbook es su libro de recetas. En él encuentro todo lo que tienen en su carta, cualquier receta de sus desayunos, su platos fuertes, las salsas y siropes con que riegan o acompañan sus panes o sus ensaladas, sus Patrick´s potatos (ñam, ñam) y una información detallada sobre especias conocidas y no tan conocidas que es una delicia repasar y en la que me entretengo más de la cuenta.

Total, que cada vez que voy a buscar una receta, me repaso el libro entero porque entre las fotos, la información que da sobre alguno de los ingredientes, el comentario personal de la autora sobre la receta o la pequeña historia que te cuenta para convertirte a la bonanza de la ecología en la alimentación, te dan las dos de la tarde y al final tienes que hacer deprisa y corriendo lo de siempre...

Como hoy que, después de haber descubierto que el cardamomo es un arbusto de hasta 4 metros, que su mayor productor mundial actual es Guatemala, que es digestivo, carminativo y templador de nervios, tengo que ponerme a hacer los filetes rebozados de mi suegra. Desde que los probé hace ya muuuuuchos años, jamás he vuelto a empanar un filete.


FILETES REBOZADOS DE ROSARIO:

-Filetes finos (de ternera, cinta de lomo o pollo)
-Harina fina de trigo
-1 ó 2 Huevos batidos con (o sin) perejil picado.
-Aceite, sal, pimienta

  1. Salpimentar los filetes (poca pimienta). 
  2. Pasarlos por harina, y sacudir el exceso.
  3. Pasarlos por el huevo y freír en aceite bien caliente (que no humee, un poco menos), dorando por los dos lados.


Servir con ensalada y patatas fritas.
Chuparte los dedos y querer repetir. (Pero no quedan)

Después de probar los filetes rebozados de Rosario, nunca volví a empanar una carne. Rebozados salen jugosos y muchos más tiernos que envueltos en pan. La próxima vez querrás hacer más de los necesarios: dejarás los que sobren en la encimera de la cocina y, a lo largo de la tarde, irán desapareciendo -miseriosamente- por trozos. Cuando vayas a picar tú un trocito, ya no habrá. Tienes que espabilar.

Un consejo útil: La próxima vez que los hagas, deja unas tijeras de cocina en la bandeja de los filetes que sobraron; los cortarán en lugar de arancarles trozos, con lo que el aspecto de las sobras será menos horrible. Y acuérdate de guardar uno de los filetes sobrantes en tu armario. Bajo llave. ¡Seguro que ahí no los encontrarán!




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