lunes, 10 de agosto de 2015

Nadar contra corriente es bueno... solo para tus músculos.

Verano, vacaciones... En agosto he decidido no pensar tanto en la felicidad y practicarla más. Mientras las releeo, re-publicaré las entradas del blog que más lecturas han tenido. Así repasamos... :))



Las cosas que más nos importan no deben depender nunca
de las cosas que nos importan menos
Goethe


Juan tenía 92 años cuando su esposa Esther, veinte años más joven que él, falleció. La muerte de Esther hizo necesario que Juan tuviera que ir a vivir a una residencia de ancianos pues el matrimonio no tenía hijos ni familia cercana.

Después de varias horas esperando en el pasillo de la residencia, a Juan se le comunicó que su habitación estaba lista. La enfermera encargada de llevarle hasta su nuevo cuarto le fue contando por el camino cómo era éste.

--¡Me encanta! --exclamó Juan con el entusiasmo de un niño de ocho años ante un nuevo juguete.

--¡Pero si aún no hemos llegado! Espere a verla... --le dijo sonriendo la enfermera.

--Eso no tiene nada que ver --replicó el anciano Juan--. La felicidad es algo que decido siempre con antelación. Si me gusta o no mi habitación no depende del color de las paredes o cómo están colocados los muebles. Depende de cómo coloco yo mi mente. ¡Y ya he decidido que me gusta mi nuevo cuarto!

La enferemera lo miró sonriendo, un poco extrañada. Pocos ancianos llegaban entusiasmados a la residencia. Observando su extrañeza, Juan le confió:

--Es una decisión que tomo cada mañana cuando me despierto. Puedo elegir entre pasarme el día en la cama enumerando las dificultades de casi todas las partes de mi cuerpo o salir de la cama y agradecer las que sí funcionan bien. Creo que cada día es un regalo para mi y, mientras sea capaz de abrir mis ojos, los enfocaré en el nuevo día y en todos los recuerdos felices que he ido almacenando a lo largo del camino...

(Anónimo)

*   *   *

Una persona como Juan es un regalo para el mundo, sin duda. 

El mayor regalo que podemos ofrecernos a nosotros mismos, a nuestra familia, amigos y al resto de la humanidad es apreciarnos lo suficiente como para decidir ser felices cada día. La gente feliz no empieza guerras. La gente feliz no hiere a otros ni abusa de ellos. La gente feliz no maltrata a aquellos sobre los que cree que tiene poder. La gente feliz no va por ahí causando dolor a troche y moche, queriendo o sin querer.

He decidido que quiero ser como el viejo Juan...

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