domingo, 21 de junio de 2015

¿Puede hacernos infelices la búsqueda de la felicidad? (I)


Pocas cosas parecen tan naturales y prácticas como el deseo de ser feliz. La felicidad es un ingrediente clave de nuestro bienestar por lo que es razonable esperar que fijarnos como objetivo nuestra propia felicidad arrojará resultados positivos y beneficiosos para nosotros, ¿no? 

Entre los expedientes Nouvilas encuentro un estudio titulado "La búsqueda de la felicidad puede hacernos sentir solos", estudio llevado a cabo por investigadores e las universidades de Denver, California en Berkeley, Colorado, la Universidad Hebrea y el Boston College en el que se proponen demostar que, contra toda apariencia, valorar al alza la felicidad propia puede tener consecuencias negativas sorprendentes.

What???

¿Felices pero solos?
¿La causa? Estos investigadores plantean, específicamente, que esto es causado porque el esfuerzo de alcanzar mejoras y beneficios personales puede dañar las conexiones con los otros. Como la felicidad se define habitualmente en términos de sentimientos positivos (beneficio personal) en el contexto occidental, de ahí resultaría que esforzarnos por ser felices podría hacernos sentir solos al concentrarnos en esa nuestra búsqueda.

What???

Al leer la sugerencia que hace el estudio de que cuanto más valor le damos a nuestra felicidad personal más solitarios nos sentiremos en nuestro día a día, me viene a la cabeza la primera pregunta:

¿No es esta afirmación un contrasentido? ¿O es que los investigadores nos toman por tontos?

Si uno de los pilares de la felicidad es nuestra red de relaciones (familiares, sociales, de amistad), y eso todos lo sabemos, digo yo que ya nos guardaremos de aislarnos. A menos, claro, que nuestra felicidad consista en una vida de meditación y retiro; lo cual, si nos da la felicidad, también es perfectamente válido. Por fortuna, hay gente para todo y todos tenemos el derecho inalienable a ser felices.

Sigo con el estudio y veo que los investigadores de este equipo reconocen que esta hipótesis no ha sido todavía demostrada empíricamente (ya me extrañaba). Aún así, el asunto ha picado mi curiosidad y sigo leyendo...

Los investigadores trabajan en este estudio comparando los niveles de sentimientos de soledad de los participantes con los niveles hormonales, concretamente con niveles de progesterona y cortisol. Eligen personas (por cierto, solo mujeres) que hayan tenido una pérdida traumática a lo largo de los seis meses anteriores al estudio. Para evaluar los sentimientos de soledad se valen de autoinformes diarios de los participantes, y para evaluar los niveles hormonales de los mismos se valen de un chicle. Así mismo: les suministran chicles con cero por ciento de azúcar para obtener 5 ml de saliva que recogen en viales estériles de politileno, muestras que son inmediatamente congeladas después de cada sesión.

Los resultados que arroja este primer y brevísimo estudio pareen indicar que el estado de ánimo (state of affect) de los participantes no cuenta a los efectos de sentirse más feliz a la hora de valorar en más o en menos la propia felicidad; pero sí cuentan a la hora de sentirse más o menos solo.

What???

En general, nuestros valores determinan lo que queremos conseguir; lo que, a su vez, nos llevará a trabajar en dirección a esos objetivos.

Por ejemplo, alguien que atribuye un enorme valor a la excelencia académica querrá conseguir las mejores calificaciones para su expediente y ello le llevará a estudiar duro para alcanzarlas (y esa misma disposición le llevará a conseguirlas antes o después). Aplicando la misma lógica, valorar como importante nuestro nivel de felicidad debería dar como resultado una mayor felicidad, ¿no?

Pues un segundo estudio llevado a cabo poco después de éste por prácticamente el mismo equipo, arroja de nuevo dudas sobre los efectos paradójicos de que nuestra felicidad nos importe. Qué empeño, oye...

¿Puede la búsqueda de nuestra felicidad hacernos infelices?

Creo que puede ocurrir esporádicamente, y por espacios concretos de tiempo. Pero esa infelicidad temporal siempre será por un bien mayor (la felicidad tal y como la concebimos cada uno). Por ejemplo, supongo que los deportistas de élite preferirían, como tú y como yo, estar tomando el sol o unas copas en lugar de entrenar ocho horas diarias. ¿La diferencia? Conseguir acceder a un campeonato --y no te digo ya ganarlo-- es su idea de la felicidad, aunque a nosotros nos parezca una locura y, desde luego, no sea nuestro ideal de felicidad.

Y solo la conseguirán entrenando doloridos ocho horas diarias.

Pero, ¿entonces?

No hay comentarios:

Publicar un comentario