̶¡Oh
éter divino, y vientos de alas rápidas, y fuentes de los ríos,
y
sonrisa innumerable de las olas marinas,
y Tierra madre universal, y
círculo omnividente del Sol;
yo os invoco: ved lo que, siendo dios,
sufro de los dioses!
(Esquilo, Prometeo encadenado).
Mientras pongo a (¿en?) remojo con agua y
aceite los tallarines de arroz para hacer un pad thai, pienso
en lo que estoy leyendo ahora: Prometeo liberado, poema épico
de Percy Shelley (el marido de la autora de Frankenstein) y
oficialmente su obra maestra. Me está costando, eh? Edipo me resultaba más
ligerito de leer...
En su obra, Shelley le da la réplica a
Edipo (¡qué valiente mi Percy, por eso supongo que fue tan grande!)
y a su Prometeo encadenado.
Según la obra de Edipo y la mitología
griega clásica, el joven Zeus acaba de hacerse con el monte
Olimpo (no sabría definir con exactitud el “acaba” en este caso)
̶ y, por consiguiente, con el
mundo entero ̶ , sobre el que
reinará con dureza y dicen que justicia. En un momento dado, Prometeo,
también dios, rebelde, nieto del cielo y la tierra (Urano y Gea) y
perteneciente a la raza de los Titanes, roba el fuego de Zeus y se lo
devuelve a los humanos (a los que Zeus había robado antes).
Prometeo había creado al humano no
hacía mucho tiempo (sigo sin saber definir exactamente los términos
de tiempo y espacio en el mito) a base de arcilla y agua y había
amado su creación hasta el punto de concederle, entre otros dones,
esperanza inquebrantable y voluntad libre. Zeus no hace esperar su
respuesta: envía a su hijo Hefesto acompañado de Fuerza y Violencia
a encadenar a Prometeo a una montaña rocosa y escarpada situada en
los confines del mundo (ahora llamados Cáucaso), un desierto jamás
hollado (¿de hoyo, holla o huella?). A su pesar, Hefesto, también
simpatizante de los hombres, no se atreve a contradecir a su padre
(por si aca) y amarra al malhechor a la roca señalada “con
grilletes irrompibles y vínculos de acero”, donde día tras día,
en perpetuo lamento, Prometeo soportará que cada mañana un águila
le coma el hígado. Y esto es posible porque su hígado, cada noche,
se regenerará para el águila por expreso deseo de Zeus de fastidiar a nuestro titán. Hasta mucho tiempo después no nacerá su
libertador: Heracle, al que hoy conocemos mejor por su nombre artístico:
Hércules. Andaaaaaa... que luego digo yo que mi padre es retorcido.
Suena mi móvil. Veo que es mi
amiga Marina.
De momento me quedo paralizada, sin
saber qué hacer. ¿Cojo el teléfono con las manos pringadas de agua
y aceite o dejo pasar la oportunidad de una buena charla? Mientras
intento decidir, me entra un mensaje de Marina. Me comunica que deja
las sesiones con su casi nueva coach.
Me seco las manos y la llamo.
―En
seis sesiones he terminado siendo yo su coach. Casi.
―¿Cómo
is dát pósibol? El mundo al revés...
No
sé cómo puede degenerar una situación de esa manera, dándose la
vuelta completamente. Pero ha ocurrido. Y, por lo que sé
del asunto, eso le ha costado a Marina una pasta.
[Marina
y yo tenemos un problema; o mejor dicho, dos: 1) somos "maricursos" [hacemos cursos de todo, todo nos provoca curiosidad y todo lo
queremos aprender]; y 2) raramente pasamos a la acción para aprovechar
lo aprendido porque somos ¿perezosas? Nos sabemos las teorías de memoria; vamos, que sacaríamos un diez en infinidad de asignaturas la mar de prácticas como striptease, escritura
creativa, hacer collares de cuentas, relajación y meditación
oriental, occidental y de la Tierra Media, crecimiento personal y
bricolage creativo (sea eso lo que sea), pulido profesional de
cristales o antropología filosófica. No tenemos problema en tirar
el dinero que no tenemos aprendiendo cosas que jamás haremos una vez
terminado el curso.]
―Pues
va y me dice que, a pesar de ser muy tímida (yo, claro), le digo
cosas que la dejan fatal. Que libero a veces una energía que le afecta mucho. Especialmente cuando dice algo que a mí no me gusta... La verdad es que ahí estuvo lista porque me pasaba la mitad del tiempo pensando qué hago aquí diosmiodemivida. Juas.
―¡Ja!
¡Pero qué fuerteeeeee!
―Bueno, ya sabes que dicen que se enseña lo que se necesita aprender...
―Pues tu coach lleva un ritmo de aprendizaje que madre mía... ¡Menuda lista! ¿De dónde sacaste esa joya?
Me dice una dirección internáutica. Me meto a curiosear mientras ella sigue contándome.
―Me la recomendaron. Me metí en su web ―que engaña― y vi que ofrecía todo lo que yo buscaba. Y en vez de eso me encontré en el patio del colegio echándole la culpa a mi infancia de mi falta de acción. Ja, ja, ja.
―Bueno, al menos no le ha echado la culpa de todo a tu madre, instándote a echarla de tu vida cinco minutos antes de que se muera. Por que eso sí que te deja con un cuerpojota inarreglable de verdad... ¡Qué fuerte!
―Siiiiii, aquí todos tenían la culpa: el patio, la monja, mi padre... Hasta la silla de mi pupitre.
―Madredediosssssss... ¿Y dónde se habrá sacado el título de
coach para que no la hayan enseñado a cubrirse con la famosa
“distancia terapéutica”?
―No,
si no tiene el título. Ella presume de que no estudió nada, se leyó
en un pis-pas el ser feliz en diez minutos y ya tiene un montón de
clientes ilusos...Entre ellos yo.
―¿Me
estás hablando en serio? ¡¡¡Pero si hay cursos de solo tres meses
y te dan el título!!! ¿Y no tiene ninguno?
―Que
no, que me lo dijo ella. Es boba, ademas. Me lo suelta
a mí, que me gusta un curso más que a un tonto un lápiz. Y me lo
dice como quien no quiere la cosa, en bajito, como si yo en vez de su
clienta fuera su amiga a la que le suelta una pesada confidencia que
no la deja dormir...
―No
me lo puedo creer, Marina. Pero, desde luego, la tonta es ella, por
no haber calculado que la consecuencia inmediata de su confesión
sería que salieras corriendo de su vida...
―Sí,
y encima ahora me siento culpable... Ains.
―¿Culpable?
―uy, esto es nuevo; rabiosa actualidad para mí.
―Sí,
culpable; por haberla hecho sentir aplastada con las energías que
despliego cuando no me gusta algo de lo que me dice.
―Pero...
―Mujer,
si yo pienso mal de ti y tú me lo descubres y me dices que te he
echado para atrás con mi negatividad, pues... Tengo mi
corassssonsssito...
Me
quedo sin habla.
No
sé cómo puede degenerar una situación de esa manera, dándose la
vuelta del revés completamente. Pero ha ocurrido. Y eso le ha
costado a Marina una pasta. Intento consolarla.
―Como
decía mi abuela Blasa acerca de la culpa: “¿Pecado? Pecado es
robar y matar... y no siempre”. Esa mujer sí que era sensata,
jamía...
―Pues
sí, eso sí que es un buen consejo de coach; si es que, hija, es una
tontuna pagar por esto con la cantidad de gente sensata que hay por el
mundo de la que se puede aprender.
―Pensar
que alguien lo está haciendo fatal contigo está bien, especialmente
si es un hecho. ¿Cómo hubieras descubierto si no que te estabas
gastando una pasta para nada?
―Ahí
le has dado, cierto; tienes razón.
―Oyesssss...
¿Y por qué no usas tu corassssonsssito para ti antes que usarlo
para otros, eh? Piensa en la posibilidad de hacerlo, anda.
―Ja,
ja, ja. Tienes toda la razón. ¡Si cuatro charlas contigo me
aclaran más que seis sesiones con la petarda esa! Tienes que hacerte
coach. A
tí se te daría que te c...., que lo sé yo.
―Vale,
a la vuelta de verano nos hacemos el curso juntas. Tú también; por
tu economía y eso...
―Yo
no serviría para eso. Soy muy de ciencias. A mí lo no empírico...
―Que
sí, ya verás. Por cierto, ¿has visto la chulada que ha puesto
María Renée en su muro? ―le pregunto con tiento―. “El coraje
es un amorío con lo desconocido”...
―No,
no lo había visto; ja ja ja, ¡está genial! ―no entra al trapo.
―Bueno, pues a la vuelta nos hacemos otro cursito juntas. Esta vez el de coach, que nos va a venir fenomenal, ya verás...
―Vaaaaaaaaleeee.
¿Será que a Marina no le van los amoríos con lo desconocido si no los conoce antes muy bien? A mí es que esos amoríos me encantan, y no me puedo creer que a alguien no le gusten tanto como a mí. De cualquier manera, ya se ha liberado de su roca (pereza) y del águila que le comía los higadillos a cambio de un dineral (su coach intitulada).
Hay gente que es así de rápida en su toma de decisiones... aunque
piensen lo contrario de sí mismos.
Veo en la web de la intitulada como coach que tiene un título californiano de facilitadora. No sé lo que es eso, pero siento que cuando hay tanto intermediario entre tú y tu vida, y que esos intermediarios están peor que tú quizás es el momento de que hagamos lo que Marina: eliminar lo de en medio y entrar en nuestras circunstancias directamente a matar. Ser tu propio coach no es ninguna locura; que lo sea un desequilibrado sí lo es. Creo.Y de todas maneras, tomar las propias decisiones y empezar a actuar en consecuencia no puede ser malo. Nos podemos equivocar, claro; pero sería muy raro que por ellos nos muriéramos, nos mataran o dejara de querernos todo habitante de este planeta. Tampoco por ello nos quedaremos en la lista negra universal de "No darle jamás trabajo a esta persona en ninguna parte del mundo en ninguna profesión; es humana y mete la pata".
Si Prometeo mantuvo el tipo un tiempo [hasta que nació Hércules, creció (superando su infancia, que es un puntazo) se hizo adulto y héroe y luego lo liberó] mientras un águila le comía los higadillos a diario, estoy segura de que cualquiera de nosotros podemos también aguantar hasta que nos aburramos de que nos coman los higadillos de la manera que sea y decidamos liberarnos de esos supuestos grilletes irrompibles y vínculos de acero. En la mayoría de las ocasiones, si no siempre, sin necesidad de ningún Hércules que valga. Vaaaaaaaleeee, ya sé que Prometeo era un dios titán.
Pero, aunque no lo creamos aún, nosotros también lo somos.
Se vive viviendo, no consultando. Y si tenemos que consultar en alguna ocasión, hagámoslo; pero por diosssss, que nuestro Hércules tenga un título profesional adecuado.
Tiro
los tallarines a la basura. No sé si se han desinflado por nuestra conversación o
porque han pasado mucho tiempo de más en agua y aceite. Posiblemente
por ambos motivos.
Están tan blandos que podría utilizarlos de engrudo
para manualidades escolares pasándolo por la batidora. Pero esta
masuja informe no serviría ni para eso: ha pasado en remojo tanto
tiempo de más que se ha liberado de todo su almidón.
Pongo
a remojo otra tanda; esta vez estaré al quite en cuanto a tiempos
(reales y contemporáneos). Llame quien llame; quiero comer antes de las seis de la tarde.
En
fin.
P.S.
DAVIIIIIIIDDDDDDD: Veo que Esquilo tenía la misma afición que yo:
muchas comas justo delante de la “y”... Gracias por tu
comprensión y manga ancha con eso en los cursos que hacíamos Marina
y yo contigo :))) [No me oye, Marina]
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