jueves, 6 de febrero de 2014

My Way: Infelicidad instantánea.

No hay nada más tonto que seguir haciendo las cosas
de la misma forma una y otra vez esperando resultados diferentes.
Epicteto de Frigia


Mientras nos llega o no nos llega la felicidad, queremos ser felices. Y cuanto antes mejor. Y llevamos toda la razón al querer serlo, porque sabemos que es posible si hacemos todo lo que podamos para conseguirlo.

Nos conviene recordar que es difícil que lo que ha costado decenas de años alcanzar a religiosas de clausura y varias reencarnaciones al Dalai Lama nos vaya a llegar a nosotros por ciencia infusa o lotería cósmica el próximo lunes. Y nos conviene recordarlo porque cuando amanezcamos el miércoles y nos demos cuenta de que todavía no somos felices-perdices para siempre jamás, podemos sentir cierta frustración y nos veamos tentados a tirar nuestro proyecto de felicidad sostenible por la ventana del baño.

Como ya sabemos, la frustración es una herramienta muy poco útil excepto para amargarte la vida, destruir tu autoconfianza, echarle a Dios o a otros culpas que no tienen y pegar portazos. Y ninguno de estos resultados son sexys, glamurosos, dadores de energía o provocadores de felicidad. La frustración es paridora de pensamientos altamente peligrosos (para ti y para otros), acciones inadecuadas y muy  malísimos modales.

¿Qué hacer?

Debes saber que, oficialmente, la frustración es una forma muy pobre y poco amable de expresar la realidad: tu rabia por algo que crees que no controlas. La frustración es esperar que el mundo y sus habitantes sean de la forma en que tú quieres que sean porque tú lo dices y lo vales. En realidad, las cosas son como son y ningún grito que pegues a tus hijos o patadas que le des a la papelera va a cambiar eso en este momento. Lo único que en realidad puede cambiar eso que te frustra es tu perspectiva del asunto. Y hay pasos útiles y probados que te ayudarán a manejarte en este espinoso tema. Por desgracia para todos, como el resto de asuntos concernientes a la felicidad, son pasos que no se dan solos y tenemos que trabajarlos hasta que los hacemos hábito en nosotros:


  • Lo primero de todo, la base, es saber qué es lo que está causando tu frustación. Dar patadas al gato o hacer un comentario sarcástico sobre la habilidad de tu hijo jugando fútbol no te dará pistas y sí la infelicidad instantánea. Tienes que buscar una alternativa saludable para ti, el gato y tu hijo. Quizás te ayude saber que los motivos más comunes causantes de frustración son: la impaciencia por la lentitud de otras personas, el sistema o Dios. La poca o lenta comprensión que otros muestran de los hechos o la situación en liza. La falta de fiabilidad --a tu parecer-- de otra persona, de la información o del sistema. Sentido general de traición o injusticia acerca de las cosas que están ocurriendo en tu triste vida. El sentimiento resultante de no haber hecho algo o de no haberlo hecho a tiempo. Querer que las cosas se hagan siempre a tu manera...
  • Reflexiona bien sobre las respuestas que te lleguen al respecto del punto 1 y encuentra un "contra-pensamiento" que relaje tu frustración. Por ejemplo, si estás rabioso porque odias los lunes y, además, está lloviendo y el agua te deja el pelo hecho un asco, la gente choca contigo en la calle y tu taxi llega con retraso (tienes una reunión a la que llegas tarde) no hay nada que puedas hacer al respecto más que aceptar los hechos (si es con humor, mejor). Decide que la próxima vez cogerás un paraguas y llamarás un taxi con más tiempo. En cuanto al pelo, quizás quieras dejártelo rizado de aquí en adelante...
  • Cuando veas que la frustración se acerca (en cuanto te fijes de forma consciente en cómo te sientes, aprenderás enseguida a notarlo), respira profundamente y cuenta despacio hasta diez. Esta es una buena forma de crear tu reacción en lugar de simplemente reaccionar y crear tu frustración. Al llegar a diez, estarás preparado para, tranquilamente, hacerte algunas preguntas que te ayudarán a manejar el momento: ¿Son las cosas realmente y al ciento por ciento tal y como yo las estoy percibiendo ahora? ¿Qué tipo de reacción puedo ofrecer que exprese de forma adecuada mi preocupación, mi pasmo y mis deseos en este asunto? ¿Qué palabras puedo utilizar para expresar mi necesidad de ver las cosas también a mi manera? ¿Estoy mirando también las cosas desde el punto de vista del otro?
  • Recuerda que la frustración nace siempre de tu deseo de que las cosas o la gente sean de la forma en que las tienes grabadas en tu cabeza. ¿Es la única forma correcta en que la gente o las cosas deban ser? Esta es una pregunta más importante de lo que parece, sobre todo para tu bienestar... Conocí a una mujer que aseveraba con rotundidad que las cosas solo se pueden hacer de dos formas: bien o mal. Teniendo en cuenta que somos casi siete mil millones de humanos en este planeta, da miedo pensar que solo se pueden fregar los platos de una manera: la correcta. ¿Con guantes o sin guantes? ¿Empiezo por los vasos o por los platos de postre? ¿Con estropajo o con esponja? ¿Las sartenes lo último o lo primero? ¿Sujeto los cacharros con la izquierda aunque sea diestro, o con la derecha? ¿Mucha o poca espuma? ¿Los aclaro en la pila o directamente bajo el grifo?...
  • Practica el hablar contigo mismo cada vez que la frustración amenace con aparecer. Con el tiempo, tu razonamiento será de forma automática beneficioso para tu salud emocional. Como todo, cuanto más se practica más se sabe sobre este asunto.
  • Si nada de esto te da resultado, dale otra patada al gato... Quizás esta vez funcione. 
La felicidad llega muchas veces cuando menos te la esperas. Pero siempre que llega ya te lo estabas pasando bien...

No hay comentarios:

Publicar un comentario